Una familia que invita a volver a la naturaleza
Tras reconvertirse del cultivo convencional a la agroecología, los Aban recuperaron aquellos aromas de la infancia y generan conciencia sobre el medioambiente. El emprendimiento –denominado Hola Sabor- apuesta a la educación de los consumidores.
En un predio de la Reserva del Parque Pereyra Iraola, del lado de Berazategui, y limitado por la autopista a La Plata y las vías del Roca, se encuentra un lugar donde el mundo parece haberse detenido.
Allí hay en abundancia muchos de los tesoros que cada día son más valorados en los grandes centros urbanos: el contacto pleno con la naturaleza, el silencio –sólo interrumpido por el aleteo de un pájaro o por el ostentoso grito de un gallo- y mucha, muchísima paz.
La misma paz que transmiten Matías y Miguel, las caras visibles de un emprendimiento agroecológico al que llamaron Hola Sabor y que cuenta con numerosos seguidores cuando ofrecen sus verduras libres de tóxicos en las ferias de la Facultad de Agronomía, de la Universidad de Quilmes y del Centro Cultural Gleyzer, así como también cuando proveen sus productos a distribuidores.
La familia pasó en 2003 del tipo de cultivo tradicional a la trabajosa y artesanal agroecología y eso significó un cambio que revolucionó internamente y para siempre a la familia Aban. «Lo convencional te asegura tomates todo el año –afirmó Miguel-, pero el sabor es más parecido al plástico que a la verdura real».
Por eso, el nombre no es casual. Sus mismos compradores lo propusieron cuando recuperaron aquel gusto olvidado de los zapallitos que crecían –hace décadas- en las pequeñas huertas de las casas o volvieron a percibir el perfume de la albahaca que daba un toque especial a las comidas de la abuela.
Papá Rufino, mamá Yola, los mencionados Miguel y Matías, junto a otro hermano –Abel- conforman una familia que es un ejemplo de organización al punto de no sólo trabajar codo a codo en la siembra, cosecha y entrega de lo producido, sino que se reparten tareas y ganancias como si fueran socios de la empresa.
«Somos una familia muy unida, pero mejor las cuentas claras», expresó Matías a El Quilmeño durante una recorrida por el predio junto a un grupo de habituales consumidores que no dejaba de asombrarse.
Tras destacar que quienes quieran seguirlos pueden hacerlo a través de la cuenta de Instagram: hola_sabor, revelaron que el contacto con las Universidades les permite monitorear la calidad del agua, de la tierra y de los propios vegetales. Pero hay algo más, no sólo el foco está puesto en las plantaciones sino también en las condiciones adecuadas de trabajo y salud laboral así como el manejo adecuado de residuos, entre otros cuidados que forman parte de la actividad.
Aunque quizás el dato sobresaliente es la profunda vocación docente que lleva a los integrantes de la familia a convocar a escuelas y a sus propios consumidores a realizar visitas en fechas programadas para no sólo conocer el lugar sino también, como si fuera un juego, realizar –explicación mediante- su propia cosecha de las verduras que más tarde llevarán a sus casas.-Fuente: Diario Popular-