Otros tres crímenes narco en Rosario en menos de 5 horas
Luego pasa a los territorios. Por lo general, a los tiros y con sangre. En el caso de Rosario, los distintos grupos que se pelean por obtener la mayor tajada en el negocio de la venta de cocaína le han ganado más de una refriega a la política. Los clanes y sus soldados están juntando cadáveres todos los días. La anormalidad es la ley, el orden y la norma.
Mataron de un tiro a un joven que fue testigo de un caso de gatillo fácil
Emanuel Cichero tenía 25 años y algunos antecedentes penales. La noche del miércoles andaba en una moto por pasaje Rossini al 1500, en el barrio Industrial, cuando un disparo lo alcanzó…
Emanuel Cichero tenía 25 años y algunos antecedentes penales. La noche del miércoles andaba en una moto por pasaje Rossini al 1500, en el barrio Industrial, cuando un disparo lo alcanzó por la espalda y lo derrumbó al piso sin vida. Cuando la policía llegó al lugar, alertada por los vecinos, encontró el cadáver con sus pocas pertenencias y el rodado en el que circulaba. Por eso los investigadores descartaron la hipótesis de robo y apostaron a una venganza. Lo que no sabían es que la víctima había sido testigo directo del homicidio de un chico de 18 años ocurrido los primeros días de septiembre a manos de la policía, hecho sobre el que brindó un testimonio periodístico que nunca se judicializó.
Alrededor de las 21.30 de anteayer Cichero conducía una moto de 150 centímetros cúbicos sin patente por Rossini al 1500, cerca del cruce de las avenidas Sabín y Carballo, en jurisdicción de la comisaría 8ª. El hombre, dijeron fuentes policiales, vivía en inmediaciones de Navarro al 5500 (detrás del complejo de cines Village) y tenía un prontuario en el cual se acumularon varios robos calificados aunque sobre él no pesaban pedidos de captura.
Cichero recibió un balazo mortal y cayó en medio del pavimento, junto a su moto que quedó con el motor encendido hasta el arribo de los policías. Tras las pericias de rigor, lo trasladaron al Instituto Médico Legal para hacerle la autopsia. Allí se comprobó que una bala de grueso calibre le había ingresado por la región dorsal y causado lesiones gravísimas en sus órganos vitales.
Acerca de quiénes y por qué mataron a Cichero, hasta anoche las fuentes policiales no tenían ninguna pista firme. Algunos hablaban de «una venganza entre delincuentes» y otros de la «reacción desmedida del guardia de seguridad de un súper de la zona que salió a correr a Cichero y a otro pibe después de que robaran el comercio». En ese sentido, algunos sostenían que el joven murió al ser baleado tras un supuesto atraco en un negocio de Vélez Sarsfield y Bahía Blanca. Lo cierto es que ayer a la tarde Emanuel era velado en un centro cristiano de Casilda al 5800 donde la gente prefirió hacer silencio sobre todo lo ocurrido.
Lo que vio. Brian Saucedo tenía 18 años, tocaba el violonchelo en la orquesta de barrio Ludueña y se había criado en la comunidad del padre Edgardo Montaldo tratando de esquivarle a la mala vida que llevaba. Residía con su madre y dos hermanos en la más absoluta pobreza, junto a las vías del ferrocarril Mitre, en pleno corazón de ese barrio pauperizado. El miércoles 11 de septiembre, de acuerdo a la versión policials, «se enfrentó con uniformados cuando escapaba tras cometer un robo junto a un cómplice» que nunca fue localizado.
Las crónicas construidas a partir del relato oficial dijeron que «dos peatones alertaron a una patrulla acerca del robo que habían sufrido a manos de dos muchachos en Cullen y Tucumán, y que los ladrones huyeron en una moto Honda Wave con sus pertenencias». También se contó que esos maleantes habían asaltado un lubricentro de Eva Perón y Magallanes. Entonces los policías salieron a buscarlos con los datos aportados por las víctimas y al detectar una moto similar empezó una persecución.
En ese marco los ladrones chocaron contra un auto en Tucumán al 6100, cayeron al piso y abandonaron la moto antes de huir a la carrera. Entonces entró en escena «un hombre de esa misma cuadra que disparó su arma y le pegó en la pierna izquierda a Saucedo». El chico, sin embargo, corrió hasta una casa de pasillo de Navarro 6033. Los vecinos contaron que desde allí abrió fuego contra los policías, quienes repelieron el ataque matándolo. Entre las pertenencias del joven, dijeron los pesquisas, se encontró un revólver calibre 32 y las billeteras de quienes denunciaron el robo que derivó en el trágico episodio. Para la Justicia todo fue el desenlace de un enfrentamiento. Pero un testigo contó una historia totalmente distinta.
El testigo. El domingo 15 de septiembre pasado, y con la firma del periodista José Maggi, el diario Rosario/12 publicó una entrevista con Emanuel Cichero, el joven asesinado la noche del miércoles. Ese muchacho contó entonces cómo mataron a Brian Saucedo. «El chico nunca se tiroteó con la policía, sino que lo remataron en el piso cuando se había entregado. Le pegaron un tiro en la nuca y varios en la espalda. Eran dos policías de la comisaría 12ª y no del Comando. Uno era Sebastián P. y otro morrudo más petiso, que fue el que tiró», dijo Emanuel, cuyo testimonio grabado y nunca judicializado (ver aparte) fue reproducido ayer en LT8.
Emanuel recreó así la escena que terminó con la vida de Saucedo: «Entraron dos pibes en el pasillo de Navarro 6033. El pibe se entregó bien, lo sacaron y lo golpearon. (Brian) puso los brazos hacia atrás y les pedía que lo engrillen (esposen) y que le dejen de pegar porque ya había perdido. Y los policías le gritaban «¿dónde está tu compañero?» mientras le seguían pegando. Entonces uno de los policías sacó su arma reglamentaria y le pegó un tiro en la nuca, y varios tiros más en la espalda mientras estaba indefenso en el suelo».
Acerca del policía que disparó, el testigo ahora asesinado contó que «es morocho, petisito, con lentes negros, morrudito, no tan alto y con un corte (de pelo) de doble nuca, con pirinchos». Acerca del otro agente, dijo que «es Sebastián P. a quien todos conocen en Ludueña. Pero el que tiró es su compañero, con el que estaban en la chata de la comisaría 12ª, la que es azul y negra».
El mismo testigo comentó en esa entrevista que tras matar a Saucedo los dos policías se fueron y volvieron a los diez minutos con el Comando Radioeléctrico, momento en el cual se habría armado la versión del enfrentamiento que trascendió oficialmente y que es lo único que consta en el expediente judicial.
Vidas paralelas. Al igual que Brian Saucedo, Cichero convivía entre el delito y la reinserción. Ayer, voceros del Ministerio de Seguridad aseguraron que «hasta mediados del año pasado concurría a los talleres que se hacen en el barrio para sacar a los chicos de las calles». Y que «durante el verano participó del programa que la provincia implementó en las piletas de los barrios».
Incluso, la fuente dijo que «después de la nota de Rosario/12 tratamos de localizarlo para que su testimonio no quedara en lo periodístico, pero no lo encontramos». Nada alcanzó para que a los 25 años Emanuel terminara asesinado sin que el Estado escuchara lo que vio el día que mataron a Brian Saucedo.
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