Locales-La feligresía renovó su devoción por la beata Crescencia
Ayer se realizó la procesión, que unió la Capilla del Hogar de Jesús con la parroquia de la Merced. Y luego la celebración de la Eucaristía, oficiada por el obispo de la Diócesis, Hugo Santiago. El obispo destacó las virtudes de María Crescencia, por sobre todo la fidelidad.
Un nuevo 20 de mayo fue el motivo de encuentro de numerosos devotos a María Crescencia. Ayer se cumplió el 87º aniversario de la muerte de “Sor Dulzura” motivo por el que Pergamino nuevamente se tiñó del color violáceo que esta beata, con su muestra de fidelidad y entrega a Dios, supo imprimir en los corazones de quienes la invocan.
Los pergaminenses una vez más fueron anfitriones de numerosas personas que asistieron a la celebración religiosa que tuvo su máximo punto de congregación en horas de la tarde, momento en que se desarrolló la procesión y la misa presidida por monseñor Hugo Santiago.
Desde que el Vaticano determinó la fecha de beatificación, a fines de 2011 y luego de que “la flor del Huerto” fuera beatificada en noviembre de 2012, se inició un tiempo de preparación, espiritual y de afianzamiento de la fe de los feligreses.
Numerosos fieles coparon las instalaciones del templo principal de nuestra ciudad donde se celebró la misa.
Día de fe
Ayer, en el día de la beata, las puertas de la Capilla del Colegio del Huerto permanecieron abiertas desde las primeras horas de la mañana.
La celebración central se realizó en horas de la tarde, comenzó con la procesión cuyo recorrido se extendió desde el Hogar de Jesús hasta la Parroquia Nuestra Señora de la Merced. Cientos de fieles participaron de la celebración religiosa, marcharon por las calles rezando y entonando cánticos.
Además del escapulario de la beata, de su imagen y la imagen de la Virgen del Huerto, en la procesión también se encontraba presente la imagen réplica de la Virgen de Fátima que peregrina por el mundo.
Una vez que la multitud llegó al templo dio inicio a la celebración de la Eucaristía que fue presidida por monseñor Hugo Santiago.
Por su parte, al despuntar el sol fue el padre Carlos Pérez, sobrino directo de María Crescencia, el que ofició la última misa del día.
Durante cada una de las celebraciones de la Eucaristía se destacó la creación de una nueva provincia religiosa de las hermanas Hijas de María Santísima del Huerto, en la Ciudad de Buenos Aires que lleva el nombre de la beata María Crescencia Pérez.
Crecimiento en la fe y el amor
Como se mencionara anteriormente, la celebración central se desarrolló en la Iglesia principal de nuestra ciudad. Allí el obispo diocesano, Hugo Santiago, celebró la misa.
Luego de la lectura del Evangelio, monseñor dirigió palabras alusivas a la fecha en un templo copado por niños, adolescentes, todos ellos estudiantes del Colegio del Huerto, y numerosos fieles provenientes de diferentes localidades de la región.
En su alocución, el obispo señaló que “el centro de la vida cristiana, que vivió a hermana María Crescencia, es básicamente el crecimiento en la fe y en el amor. La fe se concreta por el amor, y el amor desencadena la esperanza, tres virtudes que siempre estuvieron en Crescencia. Vivió con valor extraordinario lo ordinario. La vida de Crescencia fue sumamente simple pero ¿qué es lo que da el valor extraordinario a lo ordinario? La conciencia y el amor que uno pone para hacer aquello que está llamado a hacer”.
Preguntándose ¿De dónde viene la conciencia?, monseñor afirmó que “del amor que brota de la conciencia de saber que la vida y la gracia son un regalo del Padre”, lo que asoció con que “Jesús de su vida hizo una entrega de amor y nosotros somos frutos de esa entrega, a mi entender esa es la conciencia que tienen los santos que luego ponen en práctica ese amor entregado por Jesús con actos de amor porque si Jesús dio la vida por mí en la cruz, mi vida, mi entrega y mi servicio es respuesta a ese amor y así el amor fluye”.
Vida de simpleza
Refiriéndose a la vida de Crescencia, Santiago dijo que “fue maestra de actividades prácticas, catequista, atendió a los enfermos y esa es la virtud de los santos: saber dónde Jesús está: en los hermanos necesitados, en los enfermos, en los niños. Si tenemos un poquito el corazón impregnado con el Espíritu Santo estos hermanos sacan lo mejor de nosotros mismos: la ternura, el acompañamiento”. En este marco es que monseñor afirmó que “los santos crecen entregándose porque son evangelizadores pero antes que nada son buenas personas porque el cristianismo humaniza. El amor de los santos es concreto, está imbuido en caridad”.
Imitar a los santos
Por último, el obispo sostuvo que “vivimos en un mundo donde crece la increencia pero hay que tener esperanza en los santos porque su fe se traduce en gestos de amor”. Por ello, expresó que “lo que nos hace mejores como personas, lo que nos santifica, no es le cantidad de cosas que hacemos es la calidad con que hacemos lo que tenemos que hacer. El mundo necesita de mayor calidad”, y agregó que “la esperanza cristiana es la convicción de un final feliz, el camino será duro pero sabemos que tendremos nuestro final feliz. Este es el ejemplo que nos dan los santos, que son tan comprometidos. Por eso pidamos la actitud de fe de los santos y tratemos de imitarlos”.
Fuente: La Opinion