Franco Nahuel Sánchez cayó en la disco Museum de San Telmo. Sacó su arma y disparó para que no lo detengan. Lo buscaban por raptar una familia gitana en marzo pasado: el sistema reveló sus cuentas pendientes
Perdió por ir a bailar. En la noche del domingo último, Franco Nahuel Sánchez, alias «Tato» o «Enano», de 18 años fue reconocido entre un grupo de jóvenes mientras intentaba entrar a la disco Museum sobre la calle Perú al 500, San Telmo. Un grupo de efectivos de la División Operatoria Central de la Policía Federal había ido a buscarlo: el fiscal federal Juan Pedro Zoni y el juez Marcelo Martínez de Giorgi habían pedido su captura por ser parte del secuestro de la familia Adams, gitanos oriundos de Floresta, a fines de marzo pasado. Una larga pinchadura a su teléfono llevó hasta «Tato». «Todo sacrificio tiene su recompensa» era su frase de Whatsapp, con el emoji de un fajo de dólares con alas. Ante la voz de alto, «Tato» empezó a correr.
A pocos metros de la carrera, «Tato» desenfundó para enfrentarse a tiros con los efectivos, que respondieron los disparos. El joven terminó en el piso con una bala en la pierna derecha. Sus amigos intentaron rescatarlo mientras gritaban y amenazaban a los policías. El SAME lo llevó hasta una cama en el hospital Argerich, donde se recupera favorablemente. La bala entró y salió.
Cuando se cotejó su identidad con el sistema, «Tato» resultó tener una larga lista de cuentas pendientes. El caso Adams no era su único pedido de captura. La lista de pedidos vigentes hasta hoy comenzó en su temprana adolescencia.
El Juzgado de Menores porteño N°1 fue el primero en aparecer: «disparo de arma de fuego», fue la carátula. Juzgado de Menores N°7, «coacción», fue la segunda. «Robo», fue el tercero, Juzgado de Menores N°8. Luego, un cambio de jurisdicción: Lomas de Zamora, con «robo agravado por uso de arma de guerra en poblado y en banda». De vuelta en el fuero de menores porteño, «robo con armas y portación de armas de guerra».
El secuestro de la familia de Ricardo Adams y su mujer, Perla Joanu, una familia gitana de Floresta, fue particularmente violento y reveló la nueva modalidad de secuestrar familias enteras. Ocurrió el 21 de marzo pasado en la avenida Juan B. Justo al 7700, cerca de la cancha de Vélez Sarsfield: «Tato» y dos cómplices habrían aparecido en un Volkswagen Voyage para llevarse a Adams, a su mujer y a su hijo de dos años.
En el camino, comenzaron a negociar el rescate con un familiar de Adams. «Tato» y su equipo jugaron alto: pidieron, para empezar, un millón de pesos. Al poco tiempo, liberaron sobre la calle Boyacá a la pareja, pero no al niño, algo muy llamativo. Terminaron por cerrar con $170 mil; el chico fue liberado dos horas después en plena calle en la localidad bonaerense de Sáenz Peña.
El caso quedó en manos del fiscal federal Juan Pedro Zoni, en medio de un turno policial particularmente intenso en materia de secuestros extorsivos: Zoni tuvo tres reales y uno virtual. Un mes después del hecho, Juan Córdoba, de 33 años, fue el primer presunto cómplice en caer. El área de Investigación del Secuestro Extorsivo de la PFA lo detuvo por órdenes de Zoni en la zona de Boulogne, mientras intentaba subirse a una camioneta en una estación de servicio sobre la colectora de la Panamericana. El segundo cómplice fue capturado semanas después. Ambos están procesados y con prisión preventiva.
Ayer, Zoni ya tuvo la primera llamada de un colega sobre «Tato» Sánchez. Una fiscalía de instrucción busca indagarlo por tentativa de homicidio.
Fuente: Infobae