La joven de 22 años fue abordada la semana pasada por dos efectivos de la Policía Local que le dijeron que existía «una ley que prohíbe amamantar en público», que le pidieron su documento y el de su hijo y que luego la conminaron a acompañarla a la comisaría. Este sábado habrá «un gran tetazo» en protesta por un nuevo caso de abuso policial.
Constanza Santos tiene 22 años y un bebé de apenas nueves meses al que intentó amamantar en un banco de la plazoleta ubicada en el cruce de Belgrano, Acassuso y 9 de julio en pleno centro comercial de San Isidro.
Sin embargo cuando se aprestaba a hacerlo dos integrantes femeninos de la Policía Local la abordaron y le preguntaron de mal modo: «No sabe que hay una ley que prohíbe amamantar en público».
En diálogo con Página/12 Santos aseguró haberse sentido sorprendida y sólo les responidó: «¿Me estás cargando? No sabía, ¿Cuál es la ley?». «No me contestaron y me pidieron mi documento y el de mi hijo. Yo seguía preguntándoles por la ley. Al final me empezaron a decir que me llevaban a la comisaría 1ª por resistencia a la autoridad. Yo les dije que me iba, y me fui. Antes me dirigí al grupo de policías varones a preguntarles por los nombres de las dos mujeres y se reían de mí».
Indignada por el atropello y el abuso policial Santos fue de a poco convenciéndose de no quedarse de brazos cruzados y el sábado pasado intentó denunciar a las dos integrantes de la Policía Local. La respuesta que obtuvo en la Comisaría de la Mujer fue tan insólita como el intento de detención por amamantar que había sufrido días antes. «Nosotros no manejamos esto porque no hubo delito, no te maltrató, no te pegó ni a vos ni a tu bebé», recordó Constanza que le dijo la policía que la atendió luego de consultar con un superior.
Acompañada por un abogado ofrecido por ediles de difrentes espacios políticos la joven radicó finalmente este lunes la denuncia en la justicia mientras que desde distintos sectores organizan para el próximo sábado a las 15 «un gran tetazo», una amamantada masiva y pública en la plazoleta en la que la quisieron detener por el más natural de los actos humanos, alimentar a sus hijos.