Tiene 17 años, es estudiante, y vive en Tortuguitas, zona norte del Gran Buenos Aires. En la casa hay un jardín donde juegan los tres perros de la familia. «Lo único que busco cuando subo un video es que la gente se ría un rato y que lo comparta», cuenta el joven. Jamás imaginó el éxito que alcanzaría su posteo. «Tenía unos 3.000 seguidores en Facebook. Ahora tengo unos 11.000», calcula.
El protagonista de la historia es un pitbull gris bautizado como Drako, pero que Daniel prefiere llamar «Moto moto», como el hipopótamo de la película Madagascar. Tiene apenas cuatro meses y, como todo buen cachorro, suele hacer travesuras. «Acá se manda cada una… Hace pis en la casa, si hay ropa colgada en el ténder la agarra, hace lío con la basura», explica el adolescente. Lo define como mansito, juguetón y «muy pillo».
La belleza de Drako llamó la atención de los espectadores. De hecho, más de 50 personas le escribieron a Daniel para preguntarle de qué raza es y para consultarle cuánto dinero pide para hacer una cruza. Pero eso no está en sus planes porque ya tiene otro pitbull, una hembra llamada Coca, que puede usar con ese fin. Tener dos perros de esta raza no es para los Martino una cuestión de seguridad. Simplemente les «encantan» y fue el hermano de Daniel quien compró al cachorro para sumarlo a la familia.
La otra mascota que aparece en las imágenes se llama Oddie y es de raza dachshund, más conocida como «salchicha de pelo largo». Tiene unos 5 años. Ante la llegada del pitbull, en un principio se puso celoso. «No lo quería. Drako lo buscaba, pero no le daba bolilla. Después se fue encariñando», cuenta el dueño.
El video muestra cómo el joven se enoja con los animales al encontrar la plantilla de una de sus zapatillas destruida. Los ubica a la par y mirándolos fijo les pregunta quién había sido el responsable. El pitbull siente tanta «culpa» que no la puede ocultar e intenta esconderse detrás de una maceta.
¿Qué pasó ese día? «Ya lo había retado varias veces porque jugaba con las zapatillas. Y lo estaba haciendo de nuevo. Lo dejé ahí, para ver qué hacía. Yo estaba adentro de la casa y él estaba en el patio. Y cuando lo miro veo que se quedó con la plantilla. Ahí fue cuando agarré la cámara, los senté a los dos, y los empecé a interrogar», relata Daniel.
«Cuando los retábamos siempre hacían algo parecido, actuaban de forma parecida. Una vez vi un video de una señora que retaba a un bulldog francés. Me acordé de eso, entonces agarré una camarita y lo hice», explica este «millenial» con presencia en muchas redes sociales. Y promete seguir subiendo videos de ellos a Facebook y a YouTube. Los mascoteros del mundo los estarán esperando.