Por Psicólogo Santiago Gómez
(Matrícula: 15.159)
El triple crimen de Mendoza, en donde el asesino mató a su pareja; a la cuñada y a la abuela de su pareja, suma tres víctimas más a la larga lista de mujeres que continúan muriendo por causa de la violencia de género.
Tenemos que tener en cuenta que los sujetos violentos no sienten culpa por las acciones que realizan, ya que justifican sus comportamientos agresivos mediante sus pensamientos y creencias, como por ejemplo “me tenía cansado y por eso la maté”.
Las discusiones y conflictos que aparecen en las parejas, son interpretadas por el sujeto violento de una manera muy distinta al común de la gente, producto de la visión que tiene de los hechos. Algunas de las características que presentan son:
v pensamientos rígidos, es decir, interpretan los hechos de la realidad en blanco o negro, no existe flexibilidad para negociar o llegar a acuerdos resolutivos;
v baja tolerancia a la frustración, ya que reaccionan mal cuando algo no sale como quieren;
v distorsiones cognitivas, que son interpretaciones erróneas que se realizan de los sucesos del exterior;
v falta de control de impulsos.
Por lo tanto, no son los hechos de la realidad los que hacen que aparezcan las conductas violentas, sino cómo se interpretan en general estos hechos, como así también los problemas de pareja, -como una constante perturbación- que hacen que no encuentren una salida saludable a los acontecimientos que se van presentando.
¿Cómo se inicia la ira?
Las parejas pueden presentar diferentes características de personalidad que pueden resultar tolerables o no para el hombre, pero que NO justifican nunca las diferentes expresiones de la violencia: física, verbal y psicológica.
En estos casos, el ataque de ira se inicia cuando la persona comienza a tener diálogos internos o auto charlas negativas sobre las conductas de la mujer. Esto le genera emociones de enojo que se van potenciando con los pensamientos de bronca que llevan a que el sujeto se vaya encerrando cada vez más en sí mismo, aumentando la ira y el resentimiento contra la mujer, lo cual lleva a los actos de violencia, que muchas veces terminan con la vida de la pareja.
FALLAS EN MEDIDAS DE IMPLEMENTACIÓN
La prohibición de acercamiento entre otras medidas que se utilizan para evitar estos casos extremos que llegan a la muerte, no logran que el hombre pueda controlar sus impulsos violentos ya que en la realidad, vemos que una vez que en el sujeto se activa el “circuito de la ira”, no para hasta no consumir el acto – matar a la mujer – como una forma de resolución de sus problemas.
Otro déficit en el abordaje de la violencia de género, es que se deja de lado al agresor – quien provoca los femicidios – porque no recibe la debida atención. Por lo tanto, toda estrategia pensada en extinguir la violencia contra la mujer, debe incluir al agresor con diferentes recursos, para que pueda modificar su comportamiento violento.
OTRAS ALTERNATIVAS:
El sujeto con conductas violentas, puede recibir ayuda y beneficios con el tratamiento del la Terapia Cognitiva Conductual que pertenece a la psicología basada en la evidencia, ya que justifica sus resultados mediante la investigación científica.
Este abordaje terapéutico trabaja con el sistema de creencias y pensamientos con los que los sujetos interpretan los hechos de la realidad.
El tratamiento se focaliza en que el sujeto pueda realizar nuevos aprendizajes, para poder extinguir la conducta violenta:
-aprender a tener una actitud más flexible como “me gustaría o desearía tal o cual cosa, pero si esto no sucede, no se termina el mundo”
-aprender a tolerar la frustración cuando las cosas no salen como él quiere;
-aprender habilidades sociales y en resolución de problemas;
-aprender a controlar la ira y la impulsividad.
Una posible opción para que el tratamiento pueda llevarse a cabo, es al momento en que la mujer hace la denuncia por violencia, para que la justicia obligue al sujeto a realizar el tratamiento para la modificación de su comportamiento.