La canciller visitó la Base Científica Carlini, en el marco del inicio de la Campaña Antártica de Verano
Es la primera visita de un canciller argentino al territorio nacional antártico. Foto: Prensa Cancillería
La canciller Susana Malcorra aseguró hoy que la Antártida tiene «un paraguas de protección en el tema soberanía» y alentó el desarrollo científico en las bases instaladas allí al sostener que Argentina está «entre los países que más aportan a la ciencia».
Durante una visita a la Base Científica Carlini, en el marco del inicio de la Campaña Antártica de Verano, Malcorra sostuvo que ese territorio «tiene un paraguas de protección en el tema de soberanía» y destacó que el Acuerdo Antártico «alienta la cooperación y el trabajo en el ambiente científico».
«El valor que tiene el Tratado Antártico es que ha congelado la situación y alienta la cooperación y el trabajo en el ambiente científico, con el compromiso de la no militarización de la zona, diciendo que esto no significa que nadie ceda en lo que considera sus derechos».
La Canciller también se refirió a las investigaciones científicas que se llevan a cabo en las bases argentinas y en la importancia de los recursos, según un comunicado.
«El trabajo que se está haciendo en esta base tiene entre 20 y 25 años de historia», resaltó Malcorra y agregó que «en un momento en el cual se está evaluando el impacto del cambio climático, tener 25 años de medición sistemática en un ecosistema tan cerrado es fundamental».
Susana Malcorra aseguró hoy que la Antártida tiene «un paraguas de protección en el tema soberanía». Foto: Prensa Cancillería
A su vez, señaló que «muchos de los trabajos que se venían haciendo de manera independiente empiezan a vincularse y se están potenciando». La ministra de Relaciones Exteriores y Culto manifestó a través de su cuenta de Twitter que Argentina está «entre los países que más aportan a la ciencia antártica» y que el Instituto Antártico «hoy desarrolla 46 proyectos de investigación».
«Gran emoción de ser la primera canciller en visitar nuestra base antártica #Carlini, una de las principales productoras de ciencia del continente», publicó en la red social.
Al respecto de los recursos naturales, Malcorra aseguró que «es una riqueza cuyo potencial no está totalmente definido pero seguramente es muy alto» y que «es muy importante asegurarnos de que se maneja de una manera en que no afecte el ecosistema». La funcionaria viajó junto a una comitiva integrada por la directora nacional del Antártico, Fernanda Millicay; el director del Instituto Antártico Argentino, Rodolfo Sánchez; el director nacional de Política Exterior Antártica, Máximo Gowland; y el secretario de Logística y Coordinación de Emergencias del Ministerio de Defensa, Walter Ceballos.
La logística
Un avión Hércules, botes gomones chilenos y argentinos y el buque ARA Islas Malvinas fueron la impresionante logística que debió utilizarse para el traslado de la canciller y la delegación que la acompañó para llegar a la Base Científica Carlini, ubicada en la isla antártica de 25 de Mayo.
El periplo de Malcorra comenzó el miércoles por la tarde, cuando se trasladó junto a funcionarios y una docena de periodistas a la ciudad de Río Gallegos, en donde la delegación pasó la noche en la Base Aérea de la capital santacruceña.
Luego de la cena de camaradería ofrecida por los oficiales -de la que fue parte también el vicegobernador de Tierra del Fuego, Juan Carlos Arcando-, la comitiva pasó la noche y a las 6.30 de la mañana de ayer abordó el avión Hércules de la Fuerza Aérea.
A bordo del Hércules, la canciller viajó casi dos horas para cruzar unos 1.500 kilómetros que separan Santa Cruz de la isla 25 de Mayo, perteneciente al archipiélago Shetland del norte de la península antártica.
Ese mismo Hércules (que según miembros de la Fuerza Aérea fue utilizado por Estados Unidos en la guerra de Vietnam) debió aterrizar en la base chilena Frei porque Carlini no tiene aeropuerto.
Luego de la foto de rigor entre Malcorra y las autoridades de la base del país vecino, la delegación argentina emprendió el viaje vía marítima a Carlini, lo que en realidad fue un Plan B: los organizadores habían previsto un traslado en dos helicópteros que no se pudo concretar porque los mismos nunca pudieron llegar desde Base Marambio debido a factores climáticos.
Fue así como varios boten gomones de la marina chilena trasladaron a la comitiva argentina unos 500 metros sobre las aguas del Estrecho de Bransfield del Mar Antártico, hasta el buque ARA Islas Malvinas de la Armada Argentina, de procedencia rusa (aún se puede ver en sus pasillos y puertas escritos en alfabeto cirílico).
En el buque, Malcorra dialogó con los medios y al cabo de una hora ella y la delegación debieron abordar el gomón para llegar a la playa de la Base Carlini (bajando por una rústica escalera de madera hilvanada por cuerdas), en la Caleta Potter de la isla 25 de Mayo.
Con un clima frío pero poco ventoso -inusual para esta época del año, según los residentes antárticos-, que permitió que el mar no esté tan revuelto, la canciller permaneció en la base poco más de una hora, hasta que debió hacer el itinerario inverso para emprender la vuelta: otro gomón hasta el buque (que aguardaba a unos mil metros de la playa), una hora más de buque y nuevamente gomón hacia la Base Frei.
Antes de arribar a la Base Frei, una copiosa nevada comenzó a caer durante el traslado en el ARA Islas Malvinas y la temperatura descendió a los 5 grados bajo cero, además de oscurecerse el cielo con pesados nubarrones.
En ese contexto, Malcorra, los funcionarios y la docena de periodistas pasaron brevemente por Frei -que tiene la particularidad de estar localizada inmediatamente contigua a la base rusa Bellingshausen, cuya emblemática iglesia ortodoxa de color gris la hace distinguible desde bien adentrada la bahía-, antes de volver a abordar el Hércules.
Casi tres horas después, los 40 miembros de la comitiva llegaron a la Base Aérea Río Gallegos, en donde entregarían los trajes especiales para resistir el hostil clima antártico y a las 20 abordarían el Tango 03 para retornar a Buenos Aires (previo parada técnica por Trelew para cargar combustible), culminando así 36 horas de una logística impresionante y sincronizada al minuto, que llevó a Malcorra al continente blanco.
Agencias DyN y Télam