Estaba enterrada en un garaje en EE.UU.- Desde hace un año se hablaba de ella como «la misteriosa y triste nena que volvió del siglo XIX». Su historia.
El ataúd de Miranda Eve en el lugar donde fue encontrado. (ABC).
Cuando la encontraron, de casualidad, hace casi un año, los datos sólo eran forenses. «Femenina». «De dos a tres años de edad». «Conservada intacta, con la piel y el pelo». «Con una rosa roja aún en su mano y un tocado de flores de lavanda en la cabeza». La data de muerte era de al menos 145 años atrás. La bautizaron «Miranda Eve» y este martes se supo realmente quién es «la misteriosa y triste nena que volvió del siglo XIX».
Theresa Carey, de San Francisco, arroja flores sobre el ataúd de Miranda Eve (Michael Macor /via AP)
Los restos de Miranda fueron hallados en mayo pasado en una propiedad de Ericka Karner, cerca de la Universidad de San Francisco, en el condado de Richmond, Estados Unidos. La mujer no tenía idea qué era ese ataúd de metal que desenterraron los albañiles en su garaje durante una reforma.
La nena, de tres años, había sido una más de las 30.000 personas originalmente enterradas en el viejo Cementerio Odd Fellows que estuvo ahí hasta 1920, cuando se decidió su traslado al Greenlawn Memorial Park en Colma, California.
Miranda Eve era en realidad Edith Howard Cook. Murió el 13 de octubre de 1876, seis semanas antes de su tercer cumpleaños. Exactamente tenía dos años, diez meses y 15 días. Dos días después le dieron sepultura en la sección de esa familia.
El tocado de flores de lavanda de Miranda Eve, casi intacto.
Elissa Davey, genealogista -especialista en linajes- y fundadora del Garden of Innocence Project, organizó el traslado del cadáver a Colma el 4 de junio del año pasado y comenzó su búsqueda para identificar esos misteriosos restos.
Después de meses y meses tratando de encontrar la identidad de Edith, los investigadores encontraron un mapa de ese antiguo cementerio en una biblioteca de la Universidad de California en Berkeley.
Tras 1.000 horas de estudios y la lectura de cerca de 30 mil registros funerarios, se contrastó ese mapa de 1870 contra la actual geografía de San Francisco. A partir del ADN de la nena, analizado en la Universidad de California, Santa Cruz, su identidad dejó de ser un misterio. Era hija de Horatio Nelson y Edith Scooffy Cook.
La lápida de Miranda Eve en el Greenlawn Memorial Park Cemetery de Colma (Michael Macor/San Francisco Chronicle via AP, File)
Una vez que supieron su apellido, el próximo paso fue buscar descendientes vivos de los Cook. Uno de ellos ofreció su ADN para que le realizaran pruebas. Así se determinó su árbol genealógico.
Peter Cook, bisnieto de Milton H. Cook, hermano mayor de Edith, permitió que el profesor de Davis Jelmer Eerkens que tomara ADN de los filamentos de su pelo. Así fue como también se determinó por qué «la niña triste» murió tan joven: tenía «marasmo», como en el siglo XIX se llamaba al padecimiento por desnutrición grave.
«Es probable que estuviese enferma y que en algún momento su sistema inmunológico no pudiera combatir la enfermedad y probablemente haya entrado en coma», dijo Eerkens.
La familia Karner se hará cargo del tercer -y definitivo- servicio funerario de Edith. Será el 10 de junio próximo. Allí cambiarán el nombre de «Miranda Eve», elegido por las hijas de Karner, que figuraba en su lápida.
Fuente: Clarín