Joseph Goebbels propagandista Nazi sentenció algo así como “Miente , miente que algo quedará”. Goebbels fue el padre de la propaganda nazi y responsable del Ministerio de Educación Popular y Propaganda, creado por Adolf Hitler a su llegada al poder en 1933. Goebbels había sido el director de la tarea comunicativa del Partido Nazi y el gran arquitecto del ascenso al poder. Una vez en el Gobierno y con las manos libres para monopolizar el aparato mediático estatal, Goebbels prohibió todas las publicaciones y medios de comunicación fuera de su control, y orquestó un sistema de consignas para ser transmitido mediante un poder centralizado del, cine, la radio, el teatro, la literatura y la prensa. Era también el encargado de promocionar o hacer públicos los avisos del gobierno.
Todo régimen o gobierno construye un relato, necesita consolidar una base de premisas e ideas para sostener sus actos.
Nuestra historia reciente, y no tanto, nos muestra a las claras como desde el estado se han hecho construcciones mediáticas para sostener determinadas posturas. A partir del 24 de marzo de 1976 con la llegada del tristemente Proceso de reorganización nacional de la mano de Jorge Rafael Videla se cercenaron las libertades individuales y todo aquello que atentara contra el Status Quo vigente, la subversión debía ser combatida, no sólo a través de un engranaje parapolicial disciplinador sino a través de los medios de comunicación, el nexo por excelencia entre cualquier régimen y el pueblo.
En 1978 cuando se jugaba el Mundial de Fútbol que consagró a nuestra Selección como ganadora una delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dependiente de la OEA se reunió con familiares de detenidos-desaparecidos mientras la pelota rodaba sobre canchas ensangrentadas y relatores como Muñoz repetían para quien quisiera escucharlo “Los argentinos somos derechos y humanos” y llamaban locas a las Madres de la Plaza que aprovechaban la llegada de los medios extranjeros para poder visibilizar lo que estaba pasando y los medios locales no lo hacían, ya sea por la censura o por relación directa con los estamentos gobernantes.
Miente, miente que algo quedará: acá se jugaba el mundial y a diez cuadras de la cancha de River se torturaba a detenidos en la ESMA y el relato oficial, aparte del relato del relator, exacerbaba el ímpetu nacionalista a través de partidos claramente arreglados como el 6 a 0 a Perú.
Cuando el canto del cisne de la dictadura empezaba dejar a las claras los “daños colaterales” de la misma: inflación, desmantelamiento del aparato productivo y el desmembramiento del tejido social, sumada a la incipiente reagrupación de la fuerzas políticas que avizoraban el fin de la dictadura (La Unión Cívica Radical, El Partido Comunista, El Partido Justicialista, La Democracia Cristiana etc) La Dictadura jugó una de sus últimas cartas: el 2 de abril de 1982 el General Bignone, célebre por sus hábitos etílicos, decidió declarar la Guerra de Malvinas contra el Reino Unido y otra vez el aparato mediático se puso al servicio del ocultamiento y el silencio. Hartamente conocidas son las tapas de la Revista Gente con titulares como “Vamos Ganando” y titulares parecidos en las tapas de Clarín y La Nación, Sumado a que las radios y los canales estaban intervenidos por la junta militar. Una vez asumida la derrota los mismos medios que celebraban nuestra “victoria” por sobre los ingleses tendieron un manto de silencio y relegaron a aquellos jóvenes que cayeron en Malvinas y a los que volvieron no le dieron voz para que puedan denunciar las aberraciones a que fueron sometidos.
Miente, miente que algo quedará: con la llegada de La Democracia en 1983 los medios de comunicación empezaron a jugar un papel determinante, no solamente para silenciar lo acontecido durante la dictadura sino para ponerse bajo la tutela de los intereses privados, con la llegada del menemismo y la privatización de los medios de comunicación nacen los grandes medios hegemónicos y en el marco de devolución de gentilezas ,al igual que en el 76 pero en democracia, se convirtieron voceros y condicionaron las políticas estatales, transformando a la redacción de los diarios en laboratorios y sobre la base de sus necesidades le dieron forma y lineamiento a las políticas neoliberales de los 90: el congreso se convierte en una escribanía de lo que los multimedios proponen y disponen, construyen el relato, el sostén de Menem y De La Rúa, hasta que el gobierno de este último estalla pero “La crisis” (Segun Clarin) causa la muerte de Kosteki y Santillán, no los planes de ajuste dispuestos por los organismos internacionales y llevados a cabo sin chistar.
Mentir la verdad: con la llegada del Kirchnerismo y en un contexto latinoamericano favorable los movimientos populares se empiezan a dar cambios de paradigmas y en vista de construir su relato, insisto todo régimen o gobierno construye su relato, se abocó a políticas concretas: La Ley de Medios busco generar nuevas voces, pluralidad comunicacional en contraposición con los grupos hegemónicos que poca simpatía tenían por los K, el kirchnerismo al verse atacado y a modo de mecanismo de defensa crea el AFSCA y planifica políticas en pos de la democratización del acceso a la información.
También es conocida la crítica a CFK por sus “Cadenas nacionales” medio que usaba la expresidenta para comunicar sus lineamientos. Se empieza a hablar de “La grieta” periodistas y comunicadores se ubican de un lado o de otro y programas como 6-7-8 o Periodismo Para Todos marcan la agenda política y el debate de “modelos” de país.
Miente, miente que algo quedará: con la asunción de Mauricio Macri al poder se vuelve a dar otra vuelta de página en la relación de la política con los medios, “La grieta” se ensancha más: las voces, otroras opositoras, se convierten en oficialistas y programas emblemáticos de la era K desaparecen, la pauta oficial es redireccionada a medios afines y vuelvo, por última vez en esta alocución escrita, todos regimen o gobierno construye un relato para sostenerse en sus prácticas y modos. Si bien la verdad se cuenta a sí misma la parcialización y la omisión parecen ser un signo de estos tiempos, las crónicas dominantes prefieren hablar de otras épocas y de manera superficial abordan el día a día y cuando una voz es disonante es acallada, algo preocupante.
Otro signo de estos tiempos que trae un poco de aire fresco es la posibilidad, a través de la redes sociales y la infinidad de portales virtuales es la de poder comunicar por fuera de los medios dominantes. La vertiginosidad de estos tiempos atenta muchas veces contra el acceso a conciencia de la información, está en la agudeza de quien lea estas palabras el falsar criterios, analizarlos y ver de qué usina se genera y ver desde ahí la intencionalidad.
La libertad de expresión debe ser garantizada y defendida, la claridad y la objetividad a la hora de comunicar deben estar a la hora del día y mas en estos tiempos donde “El miente, miente que algo quedará” y hay que dejar de mentir la verdad.