Raúl Romero (24) fue detenido por orden judicial a partir de los análisis de las llamadas con su hermano, señalado como el secuestrador, y algunas contradicciones en su declaración ante el fiscal Matías Di Lello.
El custodio de la familia del empresario textil a quien le secuestraron la hija está detenido por requerimiento del fiscal federal de San Nicolás, Matías Di Lello, porque hay un cúmulo de pruebas que lo involucran en el caso además de las sospechas que podría haber sido un entregador y haber planificado todo junto a su hermano.
El procedimiento lo realiaron los efectivos policiales de la DDI local en una vivienda de inmediaciones de la superposición de las rutas 8 y 188 y Carpani Costa el miércoles a las 16:00.
Al agente de seguridad de la familia, quien llegó con la joven de 18 años al frente de la casa del empresario textil y lo abordó un sujeto armado para obligarlo a volver a subir al vehículo Jeep Cherokee, lo complicaron los cruces de llamados y el análisis de las escuchas con el secuestrador; su hermano.
Habría llamados instantes previos al secuestro y las antenas detectaron otras triangulaciones que involucrarían a otra persona vinculados a Raúl Romero capturado en el marco de la investigación federal.
La detención del custodio también se da por una serie de contradicciones ante el fiscal Di Lello y su secretario durante la pesquisa judicial del domingo mismo cuando ocurrió el secuestro.
Hasta ahora el fiscal federal de San Nicolás, Matías Di Lello, había sido cauteloso respecto de la situación del custodio y sólo lo había citado a declarar como testigo. Es que el relato de Inés, la víctima del secuestro, lo había dejado bien parado: la adolescente no notó ningún movimiento sospechoso que lo hiciera parecer cómplice.
El empresario dejó la plata en el lugar indicado, pero el secuestrador nunca llegó a buscar el botín. Los investigadores creen que le falló el auto y, al ver que sus planes fracasaban, decidió liberar a la víctima en el barrio Güemes.
El primer indicio que apuntó a los hermanos Romero fue el Falcon, que aparecía en las redes sociales del custodio y de su hermano José. No es un auto difícil de reconocer por su antigüedad y porque tiene dos rayas negras que intentan hacerlo parecer de competición. Esas características fueron detectadas por la víctima.
Para la Policía se trató de un secuestro «muy descuidado» que se concretó con «torpeza». Por eso nunca pensaron en una banda organizada ni en un golpe planeado.
Hasta ahora la hipótesis del hecho, con los datos recolectados al momento, es que el custodio aportó la información sobre la hora de regreso de la víctima para que su hermano José estuviera en la puerta del caserón de la familia del empresario textil de nuestra ciudad.
Fuente:Semanario El Tiempo