El dolor puede ser el alerta de una enfermedad en sí misma, o producto del desuso y el sedentarismo; en ambos casos provoca que las personas se inmovilicen y auto limiten, perjudicando su estado general, dañando la autonomía en la locomoción y con un impacto negativo en lo físico, y también en lo social y emocional. El dolor de piernas, es una de las consultas más frecuentes en personas mayores de 65 años.
Desde el Colegio de Kinesiólogos de la Provincia de Buenos Aires (CoKiBA) afirmaron que la derivación a una consulta con los profesionales de la kinesiología “permite planificar actividades para restaurar las aptitudes físicas perdidas: salir del sedentarismo y recuperar la función muscular que es la clave”.
Los ejercicios que proponen los kinesiólogos están diseñados para mejorar la fuerza, elasticidad y evitar la atrofia muscular. “También es fundamental el desarrollo de ejercicios que trabajan en la prevención de enfermedades”, afirmaron desde CoKiBA.
Promover un abordaje preventivo permite a los pacientes adultos mantenerse activos, reducir sus limitaciones funcionales aportando estrategias con ayuda marcha (bastón o trípode) y/o modificando los patrones de movimiento perjudicales, reactivar los mecanismos de control del equilibrio y la postura, enlentecer el envejecimiento y mantener un alto estándar en sus actividades de la vida diaria.
Según la Organización Mundial de la Salud, los adultos deberían hacer actividad física todos los días; el mínimo recomendado es 150 minutos por semana, el ideal es el doble de esa cifra cada semana.
El dolor de los miembros inferiores puede ser un indicio de problemas circulatorios, como por ejemplo la enfermedad vascular periférica, que afecta las venas, produciendo edemas en piernas, tobillos y los pies, lo que constituye una señal de que la sangre a enlentecido su retorno hacia el corazón; o enfermedades de las arterias, pudiendo en algunos casos más severos dificultar la marcha, pero si la persona se toma un descanso puede continuar.
En otros casos, si el dolor se extiende desde la espalda hacia las piernas, puede ser síntoma de compresión de los nervios ya sea porque la artrosis deforma los canales por donde emergen de la columna o por hernia discal, entre otras. En ambos casos se producen los dolores intensos, constantes, que no cesan con el descanso y que solo tienen algunos períodos de calma. El paso de los años también provoca el deslizamiento de las vértebras lumbares que generan dolores de cintura y también de piernas al caminar.
El dolor al caminar induce al sedentarismo, y así los problemas se agravan. Los adultos mayores al sentirte inseguros caminan mirándose los pies por miedo a caerse y para evitar los obstáculos del piso, resultando como consecuencia una modificación en su postura, lo que podría agregar otras dificultades a las ya existentes.
Frente a estos cuadros, son imprescindibles profesionales sanitarios con formación adecuada que evalúen, y diseñen un plan de prevención y/o de rehabilitación en los casos necesarios, con ejercicios apropiados para fortalecer músculos, reeducar los mecanismos de control del equilibrio y balance, activar las potencialidades de cada individuo acordes a sus posibilidades y entorno.