Actualmente la vida se define en un solo enunciado: antes y después de Facebook. Día tras día este sitio adquiere una relevancia cada vez mayor en nuestro estilo de vida. Al despertar la mayoría extiende el brazo hasta donde se encuentra su dispositivo móvil y de inmediato revisa las actualizaciones de sus “contactos”. Sí, porque el mundo edificado en Facebook convierte todo lo que alberga en “contactos”, “estados” y “memorias” clasificadas según los “likes” que sumen. Este fenómeno no es más que el reflejo de una interacción humana condicionada por un click.
Diversos estudios han demostrado que esta red social afecta nuestro comportamiento de manera negativa y mucho más de lo que imaginamos. La adicción que desarrollamos a este sitio, y por extensión al Internet, figura entre las nuevas enfermedades del siglo XXI, según los especialistas. Sin embargo, sus 1350 millones de miembros activos y su traducción a 70 idiomas, indican que las previsiones no son de gran utilidad.
Una de las muchas investigaciones alrededor de Facebook asegura que nuestro “muro” dice más sobre nosotros de lo que realmente nos gustaría. La posibilidad de compartir información, imágenes y contenido con otras personas amplia las posibilidades de ser clasificados de acuerdo con nuestros intereses, así como al tipo de estados que publicamos. Por ejemplo: el narcisismo es uno de esos rasgos que pueden identificarse con tan sólo leer los estados que los usuarios publican todos los días.
Por otro lado, al igual que subir selfies con frecuencia no es una señal de estabilidad mental, la manera en que nos expresamos a través de Facebook dice mucho sobre nuestra personalidad. Por lo que es importante tener más cuidado la próxima vez que actualicemos nuestro estado, pues este podría ser el reflejo más veraz de nuestra baja autoestima.
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Subir demasiadas selfies
De acuerdo con investigaciones de la Universidad de Brunel, en Londres, los científicos determinaron que quienes suben más de dos selfies durante el día o aproximadamente cinco a la semana, tienden a presentar una baja autoestima. Según los expertos, aquellos que comparten todos sus autorretratos lo hacen para obtener aprobación de sus contactos a través de un like o un comentario.
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Publicar indirectas
Compartir imágenes o palabras alusivas a una situación o a una persona, es otro síntoma de inseguridad y por ello de baja autoestima. De nada sirven esas indirectas, pues sólo demuestran que no se tiene el valor de hablar sobre el problema o de enfrentar la situación por miedo al rechazo.
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Unirse a la moda de los “memes”
Comúnmente quienes no tienen un sentido del humor propio buscan chistes colectivos a los que puedan sumarse. Esto demuestra, la mayoría de las veces, un torpe sentido de interacción para relacionarse con el resto de los participantes en una conversación o comunidad.
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Tener un gran número de “amigos”
Según los investigadores las cifras en Facebook son muy engañosas. Tener gran número de contactos no es sinónimo de popularidad, menos de una vida social saludable. Quienes aceptan a una persona sin conocerla de manera directa, sólo demuestran su interés o deseo por captar mayor atención a través de un círculo de amistades más grande.
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Publicar sus logros (en exceso)
Hacer público un evento significativo no está mal. Sin embargo, quienes lo hacen de forma reiterada son los mismos que confunden el éxito con la fama. Su pretensión demuestra que necesitan del reconocimiento de los demás para calificar su propio desempeño en la vida.
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Alardear posesiones materiales
El dinero y los objetos no definen la calidad de una persona. No obstante, cuando se abusa de los contenidos dedicados a lo que se tiene o se adquiere, lejos de generar gusto entre los contactos esto supone un conflicto de amor propio. Publicar las posesiones materiales a las que se tiene acceso es un grito desesperado de aceptación, con base en lo que se posee y no a lo que se es.
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Publicar lo que se está comiendo
La gente que sube fotografías de los platillos, antes, durante o después de comerlos tiene severos problemas de autoestima. Su actitud deja entrever que para ellos el ocio tiene mucho más peso que el hecho de compartir tiempo con alguien o bien, de disfrutar el momento.
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Responder a la frase: “like y te comento” o “like y escribo en tu muro”
Este punto se relaciona directamente con la madurez de los usuarios, pues las personas que se involucran con este tipo de dinámicas suelen tener un pensamiento infantil, además de una baja autoestima. Tanto los que invitan a dar “like” como quienes participan en el juego, son incapaces de generar vínculos reales con los demás más allá del muro.
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Comentar o aprobar su propia publicación
De manera contraria, quienes se comentan a sí mismos no sólo son narcisistas, también demuestran una gran inseguridad. Realmente ellos buscan reforzar su propia opinión porque en el fondo la creen débil e inútil.
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Unirse a la moda de los retos
The book challenge, The Netflix challenge, The ice bucket challenge y una infinidad de retos han tenido lugar en Facebook y otras redes sociales. A pesar de su popularidad, unirse o participar en ellos de manera indistinta sólo refleja la necesidad del usuario de estar bajo los reflectores constantemente.
Facebook es un fenómeno mediático y su impacto en las generaciones es evidente. La responsabilidad de su uso y el protagonismo que le demos a esta red en nuestras vidas únicamente depende de nosotros. Esta aplicación está sumergida en un ambiente de algoritmos que son capaces de «medir nuestra inteligencia» sin que lo notemos y ahora también puede reflejar nuestra baja autoestima. Por lo tanto, en un mundo cada vez más lleno de followers, debemos cuidar lo que publicamos y la forma en que lo hacemos.
Fuente:culturacolectiva.com