Esta nota simplemente tiene el objetivo de contribuir a visibilizar la lucha que están llevando a cabo los «boleteros» de nuestra ciudad. Sí, esos viejitos amables y educados que todas las mañanas nos recibían con un ¡buen día!, ¡hasta luego! y a quienes más de uno de nosotros alguna vez les pedimos alguna «gauchada»: «jefe, ¿no me mira la bici?», «disculpe doña… ¿la calle Azcuénaga?».
Con la excusa de la modernización, de la tecnología o quizás por intereses comerciales (tema que no abordaremos en esta nota), nos olvidamos de los verdaderos valores, los HUMANOS, esos que nos han permitido sobrevivir hasta estos días. Porque detrás de cada «boletero» hay personas, adultos mayores, algunos con algún tipo de discapacidad, que jamás ha sido impedimento para la realización de la tarea: personas con un empleo que los dignificaba, que no solamente les permitía llevarse un dinero a sus hogares para paliar la situación económica sino que los mantenía activos, socialmente útiles. Para muchos de ellos la venta de boletas era la única actividad que podían desarrollar: ir a su zona, hablar con los vecinos, asesorarnos… En definitiva, ¡SENTIRSE VIVOS!
Ellos, en silencio, continúan con su lucha. Solo piden que no les quiten su fuente de trabajo. Pueden verse desde hace varios días en la esquina de San Nicolás y Avenida de Mayo, juntando firmas, pidiéndole a la sociedad que los apoye. «No queremos una indemnización , queremos trabajar» es lo que repite uno de los abuelos, mientras alcanza una planilla a una joven para que estampe su firma y les dé su apoyo.
Ojalá en algún momento nuestra sociedad reaccione y prevalezcan los intereses humanos por sobre los comerciales… No nos olvidemos que alguna vez, si la vida nos acompaña, esos abuelos seremos nosotros…