Lucin Beredjiklian de Khatcherian, una de las últimas sobrevivientes del Genocidio Armenio, falleció el jueves 21 de febrero a los 106 años.
Lucin nació en Aintab el 7 de enero de 1913, aunque en los documentos figura como nacida en 1909, 4 años antes. «Mejor no acordarse nada. Si me acuerdo no duermo«, decía durante una entrevista en Telefe Noticias en 2015, año que se conmemoraba el centenario del Genocidio Armenio. Lucin fue parte de los refugiados del genocidio perpetrado por el Estado turco entre 1915 y 1923, que se cobró 1.500.000 víctimas. Su ciudada natal, Aintab, es actualmente la ciudad de Gaziantep, capital de la provincia turca que lleva el mismo nombre.
Su padre Abraham, joyero, envió a sus hijos mayores a Aleppo, Siria, cuando comenzó el conflicto, según relató Lucin al diario Clarín. Cuando su padre se enfermó, unos amigos turcos les consiguieron un carro para poder viajar y escaparse. «Cuando salimos, los militares nos pararon y nos bajaron a todos. Nos pedían oro. Mi madre había escondido algunos lingotes chicos en almohadas. Revisando, los soldados se dieron cuenta. Nos querían robar todo. Mi madre se puso a llorar y decía cómo vamos a vivir sin esos ahorros. Entonces arreglamos que nos dejaran algo. Llevábamos comida para el viaje, pero también nos la quitaron. Nos quedamos sin comida, pero pudimos llegar a Aleppo. Pero mi madre no se salvó. Estaba embarazada y empezó a tener pérdidas, murió en el camino», relataba.
Al terminar la Primera Guerra Mundial, volvieron a su pueblo. Lo encontraron en ruinas. Las autoridades turcas los enviaron en un tren al exilio. Lucin recuerda que «el tren paró en un lugar inhóspito, oscuro. Entonces mi papá le dio algo de oro a un guardia para que nos dejara ir. Pero era un lugar desolado. Comenzamos a caminar hacia la única luz que se veía. Cuando llagamos era un galpón enorme que estaba lleno de armenios. Todos apretados. Después de estar unos días en ese galpón mi padre dijo, aquí no nos podemos quedar. Y decidió ir hacia Damasco. En el camino encontramos gente que también huía. Me acuerdo de una mujer que estaba llorando porque le habían matado a los hijos y al marido. Entonces mi papá le dijo si quería ocuparse de mí, cuidarme a mí, que era la más chiquita. Y la mujer me cuidó durante todo el viaje hacia Damasco».
Su padre Abraham murió en Damasco, mientras que sus hermanos viajaron a Argentina.Lucin y su hermana mayor se quedaron hasta que ella cumplió 16, en 1929, momento en que decidieron viajar a Sudamérica. En una nota de La Nación en 2014, ella contaba que aprendió sola a hablar español cuando llegó al país y se asentó en el barrio de Palermo. «Uno que pasa mal nunca lo olvida. Lo pasamos muy mal sin madre y sin padre.El genocidio no se olvida«.