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Carta de Lectores-Hospital san jose,esa «inmundicia deprimente llamada Centro de alta complejidad»

Soy médico y doctor en medicina de la UBA, trabajo como científico no practico medicina, hace 30 años que vivo en el exterior. El domingo 6 de abril recibí un mensaje urgente de mi querido sobrino José Saiz. Por teléfono me informa de una terrible tragedia en la Ruta 8. La familia de su hermana, mi sobrina Laura Saiz viajaba rumbo a su casa en Venado Tuerto y en una curva en la zona de Colón un camión con acoplado se cruzó a la mano contraria y embistió el auto donde viajaban. 

El esposo de Laura, Leandro Greco (34 años) y su hija Lucila de 14 años murieron en el acto. 

Mi sobrino me informa que la hijita menor de 6 años, Laurita, fue operada en Colón y trasladada al Hospital San José de Pergamino y está en muy grave estado. La primita Antonella Greco de 16 años también muy delicada con traumatismo de cráneo y fracturas múltiples. El hermano de Leandro, Walter Greco, padre de Antonella, gravísimo con pérdida de masa encefálica, muerte cerebral irreversible, los tres en el mismo hospital. Mi sobrina Laura Saiz con una fractura menor de pelvis e internada en el hospital de Colón. 

Tomé un vuelo a Buenos Aires tan pronto como posible. El martes 8 por la mañana en cuanto llegué me dirigí en auto hacia Pergamino con mi sobrina Soledad, hermana de Laura, manejando por una Ruta 8 que realmente no puedo entender que exista como tal…Sin banquina, bordes roídos, huellas de años de erosión, pozos y parches desnivelados por todos lados, mano y contramano pegados, camiones, camiones y más camiones, enormes lentos, a los que hay que pasar curvas peligrosísimas, partes de ripio…Me comentan que las estrellas amarillas pintadas en el asfalto son lugares donde hubo accidentes y murió gente, veo estrella tras estrella, altarcito tras altarcito al costado de la ruta. Irónicamente no puedo creer que cobren peaje, no una, varias veces parece un cruel chiste. Manejar por esta Ruta 8 es realmente jugar a la ruleta rusa. No me atrevería a manejar en ella durante la noche o con lluvia, ni puedo imaginarlo. 

Llegamos al Hospital San José de Pergamino, ya de entrada me asusto por lo que aquí llaman “Centro regional de alta complejidad”. Parecía una fábrica semiabandonada, oscura, ni un alma, nos cuesta encontrar como llegar a la terapia intensiva de niños para poder saber cómo seguía Laurita. Su madre, mi sobrina Laura, seguía en el hospital de Colón. 

La terapista me informa que Laurita está muy grave, relativamente estable, en coma inducido, no había signos de edema cerebral en la primer tomografía, solo pequeñas hemorragias. Laurita sufrió graves politraumatismos y gran pérdida de sangre, llegó trasladada desde Colón donde realizaron una esplenectomía, reparación de su hígado lacerado, hemotórax, entró con solo un 8 % de chance de salvarse…Veo el cuerpito del angelito muy edematoso tubos por todos lados, no me gusta nada como se ven sus ojos. Un tajo quirúrgico de base de tórax y todo abdomen. Me comenta la doctora que le iban a hacer un test (ventana farmacológica) para ver si respondía a estimulación, pero recién cuando llegue el neurocirujano.

Me llama la atención que habiendo severo traumatismo de cráneo y evidencia de hemorragias cerebrales Laurita no tuviese colocado un sensor para medir la presión intracraneal (PIC). Su primita Antonella, a su lado, si lo tenía colocado. Me comenta la terapista que hay un solo sensor disponible, que si bien son descartables los re-esterilizan y utilizan múltiples veces, como Antonella tenía signos más graves de hipertensión intracraneal se lo colocaron a ella. Sí, es absolutamente cierto que la catástrofe que se desencadena luego quizás tenga poco y nada que ver con medición de PIC pero igual llama la atención y lo menciono. 

El neurocirujano llego unas horas más tarde, alrededor de las 20 del día 8. Aparentemente en este ‘centro de alta complejidad’ los neurocirujanos solo pasan una o dos veces por día como máximo a evaluar pacientes graves como estos.

De pronto nos informan que ahora cambió el cuadro, las pupilas no responden, tomografía urgente. Yo me pregunto cómo sólo un par de horas antes el parte de la terapista de guardia fue de cuadro relativamente estable y ahora es una gran emergencia ¿No se dio cuenta la terapista del deterioro neurológico? ¿Tenía que venir el neurocirujano? 

Me pregunto porque con un cuadro de múltiples pacientes internadas con cuadros gravísimos de traumatismo cerebral no hay un neurocirujano residente in situ o que venga más seguido…como en los ‘Trauma I level Centers’ del resto del mundo ¿Por qué no se hace un seguimiento más cercano con tomografía computada cada 6 o 12 horas? Esto que menciono son medidas ‘estándar de cuidado’ en EEUU por ejemplo en casos de traumatismos de cráneo con sangrado. Solo son preguntas, preguntas y más preguntas que con razón o sin razón me estaban matando internamente. 

Resultado de la tomografía terrible, infarto masivo del cerebro posterior y de las estructuras de la base del cráneo, pronóstico irreversible, muerte encefálica. La razón de este terrible evento puede haber sido la severa hipoxemia debido a la gran hipovolemia original, la descompensación metabólica subsecuente, el resultado del tremendo traumatismo original y contribución quizás de pobre manejo terapéutico, nunca se sabrá el mecanismo exacto pero ya no importa. La realidad es que Laurita llegó gravísima y quizás no se hubiese salvado en ningún lugar del mundo y muy probablemente no hubiese una solución quirúrgica en absoluto. Palabras más palabras menos esto es lo que nos dice el frío y arrogante neurocirujano quien se encarga de mencionar (hasta con un dejo de orgullo) a los familiares que lo rodean que el porcentaje de mortalidad en casos de severos traumatismo de cráneo es básicamente igual en este hospital o en los mejores centros de EEUU o Europa, como si a algún familiar le importase o comprendiera este dato de casuística comparativa. 

A pesar de este terrible diagnóstico tratamos de hacer lo posible para sacarla de allí y trasladarla a Buenos Aires, en mi mente ya a esa altura no porque Laurita se fuese a salvar (aunque la familia siempre espera un milagro) sino también por razones logísticas toda la familia de Buenos Aires, viajando ida y vuelta en esa Ruta 8 me causaba gran preocupación, y por razones humanas quería sacarlos de esa inmundicia deprimente llamada ‘Centro de alta complejidad’ dirigí a mis sobrinos a remover cielo y tierra pero fue imposible debido a la inestabilidad de Laurita. 

Al día siguiente, 9 de abril, trasladaron a su madre, mi sobrina Laura, desde Colón al mismo hospital para que esté cerca de su hijita. Pasé los peores cinco días de mi vida, protegiendo a Laura e interpretando para la familia lo que sucedía. 

El viernes 11 de abril enterraron a su esposo Leandro e hija Lucila en Chacarita, Laura no pudo asistir al entierro por su fractura y por querer quedarse junto a su hijita, yo me quedé con ella, el resto de la familia volvió a Buenos Aires para los entierros. Hablo con el terapista pido más acceso a la madre en sillón de ruedas debido a el cuadro terminal de Laurita. Laura pasa varias horas junto a su hijita por lo menos…Seguimos negando en nuestras mentes que lo peor se avecina.

El sábado 12 de abril alrededor de las 8 se abre la puerta de terapia, la enfermera me dice que el corazoncito de Laurita está fallando. Voy a buscar urgentemente a mi querida sobrina le digo: vamos la cosa empeoró. Llegamos y nos quedamos junto al cuerpito de Laurita más de una hora junto al médico viendo como ese corazoncito se apagaba mientras mi sobrina le cantaba canciones de amor y la besaba con una ternura indescriptible, no hay un ojo seco en terapia. 

Laurita falleció a las 10:30, Antonella mejoró un poco y fue trasladada a Buenos Aires dos días más tarde pero continúa en coma y su padre Walter continúa en coma irreversible en el Hospital San José. 

No escribo esta carta para protestar sólo lo hago para informarles, quizás no estén al tanto del estado de este Hospital Regional. La habitación donde estaba mi sobrina Laura de condiciones indescriptibles, no hay ni agua caliente para los pacientes en el ‘Centro de alta complejidad’, me comentan que hace más de un año dejó de funcionar la caldera y no hay agua caliente. Hay una sola canilla en un corredor por donde sale agua caliente en todo el hospital de donde los familiares sacan agua para el mate. Para higienizar a los pacientes las enfermeras tienen que calentar agua en tachos. 

Nos da asco tocar nada en la habitación,  el desayuno y merienda un pan que ponen sobre la mesa ni siquiera un plato o una bandeja, solo una mesa sucia. Un brebaje que hace las veces de té con leche con un olor repugnante, obviamente nunca se tocó, pasaron los días y los panes se seguían acumulando en esa mesa, las moscas rondaban, nadie los levantaba,ventanas rotas, papeles de diario como cortina, cielorrasos que se caen, baños sucios con basura, pérdidas de agua constantes,  grifos que no funcionan puertas que no cierran, paredes que se caen, ventanas y puertas soldadas o con candados para que no entren de afuera, equipos abandonados y camillas rotas por los pasillos. Un camillero me comenta que en todo el hospital hay solo ‘una’ silla de ruedas con los apoya pies intactos y que funcione bien. Me comentaron los médicos que este ‘Centro de alta complejidad’ es lo mejor de la región y que aquí derivan pacientes de todos los hospitales del sur de Santa Fe y norte de la provincia de Buenos Aires. Pienso ¿Cómo serán los otros hospitales? 

El material humano no es el problema, los doctores y enfermeras en su gran mayoría hacen lo que pueden con lo que tienen. Escribo esta carta porque estoy realmente atónito que esta es la realidad de mi país de origen en el año 2014. El tema aquí no es si tienen tal o cual equipo caro, ni siquiera si hacen tomografías más seguido o no, o si hay un neurocirujano de guardia, estamos hablando de agua caliente, de una bandeja, de un plato, de un baño limpio, de una silla de ruedas, de una lamparita de luz, de una cortina, de un lugar digno donde tratar a seres humanos. 

No me cabe duda alguna que ninguno de a quienes dirijo esta carta tendría internada a una hija/o, nieta/o en este lugar ni un segundo. Ni siquiera el director de este hospital lo haría. 

Yo me pregunto si el director de este hospital recorre los pasillos de vez en cuando, entra a las habitaciones, habla con el personal, ve lo que yo veo ¿O estará muy ocupado? Yo me pregunto si el presupuesto está tan ajustado que ni pueden arreglar una caldera o limpiar los baños, o arreglar los grifos, o pintar los techos. Ya sé de sobra que nada de esto hubiese salvado la vida de mi querida sobrina nieta Laurita, pero repito este ‘no’ es el motivo de esta carta, el motivo es informarles. 

Cuando ya termino todo y me volvía para Buenos Aires me tomé unos minutos para documentar sólo parte de lo que estoy expresando en esta carta, adjunto pueden ver las fotos. Pido disculpas por el desorden en la redacción, es lo que sentí necesario escribir espontáneamente. Espero que sirva aunque sea un poco para que se tome conciencia de la realidad del Hospital San José de Pergamino e imagino de muchos otros hospitales públicos de este país. 

Atentamente,

Dr. Claudio Marcelo Aldaz

Profesor

Co-Director, Center for Environmental and Molecular Carcinogenesis

Department of Molecular Carcinogenesis

 

 

Fuente:www.pergaminociudad.com.ar

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