«En el interés de la ley y el orden, asumimos los poderes. Por favor, permanezcan en calma y continúen con sus quehaceres diarios», dijo el jefe del Ejército tailandés, Prayuth Chan-Ocha, al anunciar el golpe de Estado en directo por la televisión.
Prayuth realizó el anuncio luego de que se realizó sin éxito una segunda reunión entre representantes del gobierno, la oposición y líderes de los manifestantes en el Club del Ejército.
La reunión se canceló después de dos horas de negociar sin resultados. Los soldados se llevaron a todos los asistentes a las dependencias del Primer Regimiento de Infantería, excepto a los miembros del Senado y la Comisión Electoral.
Los soldados trasladaron en furgones del ejército al titular de Justicia, Chaikasem Nitisiri, así como a los cabecillas de las manifestaciones y de los partidos políticos hasta las dependencias del Primer Regimiento de Infantería mientras que se desconoce el paradero del primer ministro interino, Niwattumrong Boonsongpaisan.
Prayuth, que apareció en televisión rodeado de otros responsables militares, explicó que la decisión de asumir todos los poderes pretende impedir más muertes y una escalada del conflicto entre detractores y simpatizantes del gobierno.
El toque de queda se aplica desde las 22 (12 de Argentina) hasta las 5 de la madrugada (19 de Argentina).
Tras la declaración del golpe, los militares comenzaron a desalojar los campamentos de los seguidores y detractores del gobierno instalados en las calles de Bangkok y anunciaron la suspensión de la Constitución.
Además, suspendieron las señales de radio y televisión, que fueron limitados a la emisión de los comunicados de los golpistas.
Los sectores conservadores cercanos al Ejército y los manifestantes antigubernamentales quieren “instalar un sistema parlamentario en el que sólo el 50% de los escaños sean elegidos en las urnas para asegurarse el poder», según el analista político tailandés Kan Yuenyong citado por la agencia de noticias EFE.
Dichos sectores dan por sentado que en elecciones democráticas, el partido Pue Thai se alzaría con un nuevo triunfo electoral.
Tailandia arrastra una grave crisis desde el golpe de Estado que derrocó en 2006 al ex primer ministro del Pue Thai Thaksin Shinawatra, acusado de dirigir el gobierno desde el exilio, adonde marchó para eludir una condena a dos años de prisión por corrupción .
Yingluck, hermana de Thaksin, estuvo al frente del gobierno hasta el 7 de mayo, cuando el Tribunal Constitucional la destituyó por «vulnerar la Constitución».
El gobierno de los hermanos Thaksin se ganó la simpatía de los sectores pobres y rurales de Tailandia gracias a políticas como la universalización de la salud pública, la entrega de microcréditos a pequeños productores y campesinos, y la compra por parte del Estado del arroz a un precio mayor al del mercado luego de desastres naturales.
Entre sus detractores se cuentan la mayor parte del electorado del sur, las clases medias y urbanas y la elite burocrática y cercana a la monarquía y los militares.
Por su parte, el general que encabezó el golpe es afin a la Corona tailandesa y está alineado con el opositor Partido Demócrata y los rivales de los hermanos Shinawatra.
Chan-Ocha, quien llegó a la jefatura del Ejército en 2008, hizo su carrera en la Academia Militar de Chulanchornklao y tras graduarse militó con los Tigres Orientales, una facción militar leal a la monarquía, también conocida como los «guardas de la reina».
Con este, los militares urdieron 19 intentos golpistas, 12 de ellos con éxito, desde que acabó la monarquía absolutista en 1932.
Resta ver la reacción de los camisas rojas, seguidores de Thaksin y de Yingluck, que días atrás amenazaron con elevar sus protestas en Bangkok si el ejército tomaba el poder y caía el gobierno interino.