Desde que Grassi está preso, la Fundación sigue funcionando. Juan Manuel Casolati es el director de hogares de la institución y fue quien hizo la denuncia en la Justicia. Al ingresar a trabajar en la organización,se sorprendió del estado en el que estaba todo porque nunca se habían dejado de recibir donaciones. El dinero que ingresa viene de las operaciones de telemarketing, de lo recaudado en los peajes que tienen la opción de depositar plata, y de cheques.
En el lugar, todo está destruido. Cuando Casolati llegó, tuvo que tirar 2000 kilos de comida que estaba en mal estado. La misma cantidad se debió desechar de la cámara frigorífica. «Estaba podrido, en cajas orinadas. Había excrementos de rata en todas las cajas», contó.
Al ver la situación, Casolati echó a la gente que estaba a cargo de la despensa. Esas personas son la mano derecha de Grassi, y siguieron trabajando en otros lugares. Son los que manejan la administración de la Fundación. Al querer resolver la situación, Casolati chocó con Grassi, que estaba en comunicación con sus colaboradores, Iván Guex y Fabián Amarilla. «Da orden expresa de darles alimentos vencidos a los chicos. Yo digo que no», indicó.
«Empecé a descubrir que muchas cosas que eran donadas a la Fundación se derivaban directamente a la cárcel», continuó Casolati, y amplió: «Todo va a parar a La Blanquita, una casaquinta que está a 400 metros, donde tienen su centro de operaciones, donde Grassi vivía».
Alejandra Varas, educadora de la Fundación, denunció que Grassi sabía del desastre y nunca tomó la iniciativa para tratar de resolverlo. «Vi un camión que llegó a la despensa y el otro día no había nada, se había ido todo a Campana», recordó, para ejemplificar.
Fuente: Tn.com.ar