Soñar, viajar, amar – Hoy: El Salvador, un pequeño gigante.
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Para vos, amante de los viajes, de las travesías, a quien, en uno o en miles de kilómetros, los caminos te conectan con el sentido más profundo del goce de la vida; para que, por los aires, los mares, las rutas terrestres o por medio de imágenes y de palabras, puedas sentir un poco más cerca la belleza diversa que nos regala este mundo, en naturaleza y en cultura, continuamos con La Bitácora de Ada Luna, un espacio donde te presentaré diversos destinos e historias, porque LA VIDA ES UN VIAJE. En esta oportunidad te acerco a El Salvador, un espacio donde la palabra América se engrandece y late con verdadera fuerza.
LA BITÁCORA DE ADA LUNADestinos internacionalesHoy te presento: El Salvador, el pulgarcito de AméricaHay lugares que tienen una fuerza especial. Siempre la han tenido, pero los embates de la historia, los vericuetos geopolíticos, han sabido causalmente proyectar sobre ellos su sombra. Sin embargo, hay un sitio bendecido por el Sol, un espacio de América que vibra con la fuerza de los volcanes que se enraízan en sus entrañas: El Salvador, el pulgarcito americano. ¿Será casualidad este nombre que le han dado? ¿O será que, intuitivamente, se lo ha ganado porque, como dicen los orientales, el pulgar es precisamente el dedo de la mano regido por el astro Sol, el dígito activador? Más allá de cualquier hipótesis, El Salvador es una tierra que ilumina por la belleza de su naturaleza, de su cultura, de su gente. Así se ve este pequeño gigante, como un pulgarcito puntero en el mapa, y así se siente, especialmente desde hace un tiempo: como el pulso que late despertando a Centroamérica a un nuevo futuro, en todos los niveles.
De un tiempo a esta parte, con una gestión gubernamental joven, emprendedora, con propósito humanitario y mucha visión, El Salvador ha comenzado a hacer eco en el mundo. Con una economía creciente y a la vanguardia en muchos aspectos, con una apertura al mundo pero también con un fuerte arraigo a lo propio, los salvadoreños están viendo refulgir el sol con más fuerzas. No es para menos, ya que se trata de una tierra donde todo lo antes mencionado se ve reforzado por el mejor de los calores: la calidez y sencillez de su pueblo. Fascinada y agradecida por eso e identificada por esta hermandad latina que nos une, te invito a continuación a dar un recorrido por algunas de las maravillas que se pueden encontrar en este país:
Ubicado en el litoral del océano Pacífico, con una extensión territorial de 21.041 km², este maravilloso terruño se recorre por completo en pocas horas. Además, ofrece un rápido pasaje a países hermanos, cuya riqueza también es destacable. El Salvador limita con Guatemala, al oeste; con Honduras, al norte y al este; al sureste, el golfo de Fonseca lo separa de Nicaragua; y al sur, lo baña el océano. La ciudad de San Salvador es la capital del país.
El actual territorio de El Salvador comprende lo que antes fuera la Alcaldía Mayor de Sonsonate y lo que fue la Intendencia de San Salvador, que conformó la mayor parte del territorio. Ambas provincias se independizaron de España en 1821, junto a la Capitanía General de Guatemala y, en 1824, se unieron para formar el Estado de El Salvador.
Pisar tierra salvadoreña es ingresar al túnel del tiempo y vivenciar el eco de culturas precolombinas de gran desarrollo y acceder al conocimiento de una gran estratificación cultural y una notable riqueza, que se ve hoy revalorizada gracias a las políticas que buscan reconstruir y afianzar soberanía. El territorio salvadoreño forma parte del área de Mesoamérica. Las primeras evidencias culturales en El Salvadorse remontan a ocho mil años, al período arcaico (8000 a 1500 a. C.). En la época precolombina habitaba el lugar el Señorío de Cuzcatlán (en lengua náhuatl significa ‘lugar de joyas’ o ‘lugar de collares’). La cultura náhuatl sigue viva en esta tierra americana; el pasado 15 de septiembre, por ejemplo, en la conferencia nacional dada por el Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, con motivo del Bicentenario de la Independencia, esa bella y ancestral lengua tuvo su espacio en las declamaciones y homenajes, en un gesto de claro reconocimiento del pasado desde su integración en el presente.
Tierra de volcanes, de fincas cafetaleras, de cautivantes playas, de rutas históricas, de caminos religiosos y una gastronomía seductora, El Salvador es, como bien he elegido presentarlo, un pequeño gigante cuya grandeza aún está en plena expansión. En futuras entregas de esta Bitácora, te presentaré propuestas concretas para que te animes a visitar este maravilloso país o para que, al menos, puedas sumar otros espacios a tus viajes mentales, a tus sueños. Te dejo unas imágenes para que lo vayas conociendo, gentileza de los amigos de Tours El Salvador, cuya página de Facebook te recomiendo visitar:
Una impresionante fotografía del Volcán de Santa Ana y el hermoso Lago Coatepeque en Santa Ana
San Salvador, la capital
El Salto De Malacatiupan, Cascadas de agua termales en la zona occidental, en Atiquizaya, Ahuchapán
Parque Portezuelo en Juayua
Como no podía ser de otra manera, El Salvador también me atrajo por la fuerza de sus letras. Muchos escritores han nacido en esta valiosa cuna de la cultura y también seres especiales que encontraron en la escritura la forma de contribuir a la construcción de un país y de una humanidad mejores, como es el caso de Monseñor Óscar Romero, un sacerdote activista, muerto por la violencia política. Fue su obra, La violencia del amor, uno de los primeros acercamientos que tuve a «el pulgarcito americano». Con esta cita, te invito también al viaje de la lectura edificante:
«Hay que salvar no el alma a la hora de morir el hombre; hay que salvar al hombre ya viviendo en la historia”. La violencia del amor, de Oscar Romero
Con esta idea, de que los paraísos se construyen en la Tierra, una semilla que afortunadamente el pueblo salvadoreño continúa cultivando, redescubro en las palabras de Romero y en los nuevos rumbos político/sociales que El Salvador está tomando, algunas convicciones, algunas pulsiones íntimas y profundas, que me alientan a seguir confiando en que la construcción de un mundo mejor es posible. Ojalá, como este predicador y escritor, que murió por sus ideas, y como esta humilde lectora y viajera compulsiva lo espera y lo sueña, los líderes y referentes del mundo así lo comprendan, porque LA VIDA ES UN VIAJE y en la unión de los pueblos se hace una mejor travesía.
Redacción: Diana Santoro
Prof. de Literatura, de Yoga, comunicadora, productora de contenidos y divulgadora del Arte del Buen Vivir – Viajera incurable.
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