Editorial-Hacer lo debido
Por Grace Mesa
Como una paradoja o tal vez con un significante más profundo, en la sala AMIA (nombre que recibió este recinto en homenaje a las víctimas de un siniestro que tras 21 años y medio todavía está sin resolver) situada en los tribunales de Comodoro Py; esta semana, se dicto sentencia por el caso denominado “la tragedia de Once”, donde las cinco “i” estuvieron presentes: inercia, inoperancia, irresponsabilidad e ineptitud. Pero principalmente por la falta de conciencia del valor de la vida de otro semejante, en resumen por indiferencia, 52 personas fallecieron y 702 resultaron heridas el miércoles 22 de febrero de 2012 a las 08:33 a.m.
Los nombres y las sentencias de los considerados responsables ya son de público conocimiento, aunque desconocemos si todas las penas serán cumplidas con prisión efectiva como debiera ser.
No es el primer accidente ferroviario ni tampoco el de mayor número de víctimas fatales, en 1970 en Benavidez, murieron 236 personas. Pero sí, un siniestro en donde comenzaron a quedar muchas irregularidades al descubierto gracias a las investigaciones realizadas por el impulso y tesón de los familiares de las víctimas.
Es difícil saber si las sentencias satisfacen a todos los deudos, no puedo imaginar una sentencia que pueda reemplazar la ausencia de una hija, un tío, una madre, o un nieto pero la ley impone una pena que considera proporcional al delito cometido.
Alguien por allí, en una entrevista, deslizó la palabra venganza.
Hace un tiempo me interesó investigar el origen de esta palabra, porque tal y como hoy la conocemos y aplicamos pareciera indicarnos el salir a infligir el mismo dolor o pérdida que sufrimos nosotros, algo así como equilibrar la balanza, la misma imagen que tenemos para representar la justicia; pero en realidad la venganza tiene un origen más antiguo y profundo que la mera idea de desquitar en el culpable la ira que nos provoca el arrebatado de algo precioso para nosotros.
Venganza entre otras acepciones e interpretaciones de tiempos remotos, significa: reparación o retribución, esto es devolver lo quitado, o pagar un precio similar al valor de lo sustraído.
Cuando en la balanza lo que se pesan son vidas humanas, es imposible calcular el precio por dicha retribución.
Finalmente en este y otros casos semejantes lo que todos esperamos es que no vuelvan a ocurrir tragedias como ésta, sin importar la cantidad de damnificados. Con una sola persona que muera o quede mutilada ya es demasiado.
Sabemos que los accidentes suceden pero queremos confiar en la prevención, esto es, en la preocupación anticipada de las empresas y los responsables de conducir y controlar éste y otros medios de transporte público para que sus pasajeros lleguen a destino en forma segura.
Se puede lograr.
El interrogante es ¿se dispondrán a hacer lo debido?