NACIONALES- El músico que quería ser ingeniero y murió por festejar un triunfo de Boca
Crimen en San Telmo- Eduardo Cicchino (26) fue apuñalado a la salida de un bar de San Telmo. Este jueves empieza el juicio oral contra el acusado.
Familiares de Eduardo Cicchino ingresan a Los tribunales Comodoro Py para presenciar el juicio por asesinato. Foto: Andres DElia
A Eduardo Cicchino le apasionaba la música y tenía una banda. También quería recibirse de ingeniero para investigar sobre la generación de energías sustentables en zonas de bajos recursos. Planeaba un viaje al Sur. Tenía 26 años. Era hincha de Boca, aunque no iba a la cancha ni se desvivía por el fútbol. Pero el 19 de mayo de 2016 fue a ver un partido con dos amigos a un bar de San Telmo. Boca enfrentaba a Nacional de Uruguay por la Libertadores. Su equipo ganó y eso fue todo. Sus proyectos se congelaron en la esquina de Chile y Defensa cuando Gustavo Olivera (53) los siguió, enojado por el resultado, y lo acuchilló en el corazón.
Eduardo, que era el mayor de cuatro hermanos (Luciano, de 24; Florencia, de 21; y Violeta, de 13), peleó 13 días en terapia intensiva hasta que murió por la gravedad de la herida. “Es como si me hubieran mutilado. Desde ese día a mí me falta un tercio del cuerpo”, intentó describir Marcela Martínez, la madre del joven.
Eduardo Cicchino
Este jueves arrancó el juicio por el crimen y acusan a Olivera de homicidio simple: podría afrontar una pena de 8 a 25 años. La familia, que es querellante en la causa, pide que cambien la carátula, le agraven la acusación por «alevosía» y que le den perpetua. A pesar del paro general, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 3 dará inicio al proceso, pero los testigos empezarán a declarar el 20 de abril.
“Me estoy preparando mucho para ver frente a frente a la persona que acuchilló a mi hijo y lo mató. No sé qué me puede pasar. Lo que a mí me gustaría es que le den perpetua, no quiero que en ocho años esté caminando por la calle como si nada”, aseguró Martínez. Y agregó: “A mi hijo no me lo van a devolver. Yo no tengo lugar para el odio. Por el hombre que mató a mi hijo no tengo ningún sentimiento. Mi corazón está lleno de amor de mis hijos, de sus amigos y de un proyecto solidario que queremos hacer en homenaje a Eduardo”.
Santiago y Bautista estaban esa noche viendo el partido con la víctima. Fueron al bar Seddon, en Chile y Defensa, San Telmo. Miraron la televisión sin sonido y apenas pudieron comentar los goles porque Olivera les gritaba desde otra mesa, enojado por sus presencias y por el triunfo de Boca.
Caso Eduardo Cicchino. Padres, familiares y amigos en la puerta de la Cámara Nacional de Apelaciones En Lo Criminal y Correccional (Viamonte 1147, CABA) luego de la audiencia de apelación por la excarcelación interpuesta por el imputado Gustavo Aníbal Olivera. (Nora Mazzini)
Según pudieron reconstruir en el expediente, el agresor no tenía antecedentes. Hacía 30 años trabajaba en Dock Sud para un despachante de aduana. Los mozos reconocieron que iba regularmente a ese bar. “Eduardo había salido de la UCA y fue con Santiago al bar. Después llegó Bautista. Cuando terminó el partido se fueron enseguida porque este hombre los insultó todo el partido y ya estaban molestos. Y él los siguió. Mi sensación es que salió a cazar con un cuchillo afilado escondido entre la ropa y le tocó a mi hijo como le podría haber tocado a Bautista o a otro. Lo atacó totalmente a traición”, detalló Martínez.
Después de acuchillar a Eduardo, Olivera se quedó sentado en la calle hasta que llegó la Policía y lo detuvo. Al joven herido lo trasladaron al Hospital Argerich donde sufrió el primer infarto en el ascensor. Pasó 13 días en coma inducido, con asistencia mecánica y lo operaron tres veces. Tuvo otros cuatro infartos y pasó sólo un día despierto.
Eduardo Cicchino (izq.) y su amigo Santiago en el bar, previo a la agresión.
“Cuando le sacaron el tubo se despertó unas horas y se emocionó mucho. Dijo que había tenido pesadillas, nunca se enteró los días que había pasado inconsciente. Cuando me fui me dijo ‘te quiero viejo’ y fue lo último. Eso lo llevo tatuado”, recordó Marcelo Cicchino, el padre de Eduardo. Y reflexionó: “La pérdida nos duele, mi hijo era una persona íntegra, generosa y solidaria. Quería desarrollar proyectos de energías sustentables, en el sur, del tipo cooperativo, con la asociación Ingeniería sin Fronteras. Tenía planes, lo que más duele es que le hayan cortado sus proyectos desde lo individual, pero también hay un daño colectivo porque podría haber aportado mucho”.
La familia Cicchino y los amigos de Eduardo, después del juicio, planean crear un proyecto solidario para homenajear al joven. “Va a tener que ver mucho con la música y ayudar al otro. Nos juntamos, escuchamos sus discos y vemos los videos que grababa con la banda. Es una manera de recordarlo y de estar con él», contó Marcela, que participa activamente el asociación Usina de Justicia. Y concluyó: «Mi energía está puesta en eso y en generar un cambio para las familias de las víctimas. A pocas semanas de enterrar a mi hijo tuve que encontrar fuerzas de donde no tenía para levantarme y salir a pelear para que no le dieran la excarcelación. Uno pasa a un mundo en el que no tiene nada que ver y el desamparo es terrible. Eso tiene que cambiar».
Fuente: Clarín