La jubilada tomó el turno de habitación pasadas las 10 de la noche junto a su amante, un empresario norteamericano de 70 años.

Luego de varios minutos de mantener relaciones, la mujer comenzó a subir de temperatura, sintió más calor que de costumbre y la sudoración en exceso le hizo pensar que algo no andaba bien. Le pidió a su pareja que se comunique con la recepción del hotel para pedir asistencia médica.

Cuando llegaron los médicos de SAME, el hotel se encontraba en plena actividad nocturna y la mujer tuvo que ser atendida en la sala de espera, donde las parejas aguardan su turno.

El empresario optó por quedarse dentro de la habitación porque «no quería ser visto por nadie».

La jubilada dijo que sufre problemas de presión y para prevenir este tipo de situaciones se automedica con relajantes antes de cada relación sexual.

«Cuando era joven los que se desmayaban eran los hombres, ahora los médicos vienen a atenderme a mí», dijo la mujer mientras se reía de la situación.

Según diagnosticaron los médicos, el esfuerzo físico aceleró su ritmo cardíaco y le provoco un pico de hipertensión, también contaron que no quiso ser trasladada al Hospital Pirovano porque «prefería quedarse junto a su pareja».

La mujer fue compensada con el mismo medicamento con el que controla sus habituales problemas de presión (Enalapril 10 mg) y se le aconsejó no tener relaciones por el resto de la noche.

Una vez terminada la atención medica y sin perder el sentido del humor se animó a contar los pormenores de la relación que mantiene con el empresario.

«Él vive en Estados Unidos y nos conocimos hace 30 años durante uno de sus viajes por Argentina» contó la mujer, y agregó «él tiene su esposa allá pero cada 6 meses viene a visitarme, nunca dejamos de vernos».