Salud – Enfermedad óseo- articular, nutrición y medicina ortomolecular
La enfermedad articular es una patología inflamatoria que, como tal, consume muchos productos biológicos de nuestro organismo, como vitaminas, minerales, oligoelementos. Todas las enfermedades inflamatorias causan su consumo masivo; por ende, es necesario que conozcamos cuáles son los productos que más se consumen en cada patología. Este tipo de afecciones requiere que nosotros, como médicos, reconozcamos en el paciente qué es lo que está en déficit, para poder incorporar la suplementación adecuada junto con la administración de otros productos biológicos que trabajarán sobre el enlentecimiento de la progresión de la enfermedad y en pos de permitir una mejor calidad de vida.
Patologías como artrosis, artritis y osteoporosis provocan un alto consumo de oligoelementos, que son los encargados de generar la cascada de fabricación de proteínas fundamentales como colágeno, elastina, hialurónico. Ante enfermedades inflamatorias, con un consumo tan masivo de estas sustancias, no podemos continuar con un tratamiento sin pensar en que la enfermedad va a evolucionar y a progresar.
Por eso es vital trabajar sobre la prevención y el buen diagnóstico. Para poder tratar cada patología, debemos conocer en cada uno de los pacientes el grado y tipo de consumo de nutrientes, su estado inflamatorio y su nivel de oligoelementos y minerales. Es imprescindible para poder trabajar sobre ellos y obtener un buen resultado.
Es por eso que en nuestro Instituto de Medicina Ortomolecular realizamos un abordaje integral: trabajamos las enfermedades inflamatorias, como artrosis, artritis, osteoporosis y las reumatológicas, complementando con las terapias convencionales en el ámbito de la suplementación y la nutrición.
Es de suma importancia saber que todas las enfermedades inflamatorias tanto articulares como sistémicas (colon irritable, etc.) llevan a un consumo masivo y progresivo de oligoelementos, vitaminas, minerales, proteínas y coenzimas, que INDIVIDUALMENTE debemos tener en cuenta para la mejoría del paciente.
Podemos citar algunos compuestos nutricionales PRO Y ANTI INFLAMATORIOS:
Los Omega 3 dan origen a dos moléculas distintas que son derivados oxigenados; es decir que la molécula de Omega 3 se une con una de oxígeno generando protectinas y resolvinas antiinflamatorias, neuroprotectoras, inmunomoduladoras, que dan solución a la inflamación a nivel micromolar o biológico. Entonces, no solamente podemos hablar de los beneficios del Omega 3 con respecto a la parte articular sino también en relación con enfermedades como el Alzhéimer, ya que brinda la protección neurofuncional correspondiente.
Así como hablamos de antiinflamatorios, también podemos hablar de nutrientes inflamatorios, que habitualmente están en nuestra dieta sin que sepamos que inflaman y que prolongan la inflamación articular.
Los productos que liberan solanina son proinflamatorios: La piel del tomate, las papas crudas, en especial las papas con brotes, contienen este alcaloide que, además, produce una exacerbación del dolor agudo. También podemos incluir en este grupo a los pimientos crudos y la berenjena mal cocida. Es importante aclarar que la cocción puede ser determinante: en horno o fritura la solanina se inactiva, mientras que con el hervor o con el uso de microondas se la inactiva solo parcialmente.
La presencia de solanina en exceso, además de provocar inflamación con crisis de dolor articular y muscular, se detecta por síntomas como calambres y dolores de cabeza. Dado que la sintomatología, como los calambres, no es específica y podría remitir al diagnóstico erróneo de otras patologías y a una medicación equívoca, es fundamental realizar un buen diagnóstico. La prescripción de magnesio, por ejemplo, cuando no es necesario, puede provocar una hipermagnesemia. Por eso es ineludible indagar sobre la alimentación y detectar que, sin saberlo, el paciente puede estar consumiendo excesiva cantidad de solanina.
Otros productos inflamatorios presentes en los alimentos son las purinas, que provocan aumento del ácido úrico y crisis gotosa. Se encuentran en los alimentos de hojas verdes. ¿Qué otros alimentos contienen purinas? Los caldos de carne, la carne de vaca, la lenteja, el pollo, el cerdo, el hígado de ternera y las sardinas en aceite.
Otras sustancias que intervienen en el aumento de la inflamación articular (por envejecimiento de las proteínas articulares como el colágeno) y que están en estrecha relación con la glucemia, son los carbohidratos simples. Producen, en este caso, lo que se denomina caramelización: un proceso que puede darse a nivel interno, articular, sin exteriorización visible, o que puede llegar a notarse a nivel dérmico (manchas en el cuello y zonas de flexión), como puede verse en casos de acantosis nigricans, una diabetes que provoca, como decíamos, «caramelización» de productos de la piel. Los alimentos de índice glucémico alto, como los azúcares (hidratos de carbono simples) y las harinas refinadas, producen glicación (caramelización) del colágeno. Se manifiesta también con el endurecimiento articular, los callos, oscurecimiento de la fibra colágena y aumento de la inflamación.
Por otro lado, estos alimentos de índice glucémico alto, aumentan también el tejido adiposo. Y el tejido adiposo es un precursor inflamatorio sistémico: se produce un mecanismo de retroalimentación que va generando cada vez más inflamación y más crisis. Esto se puede evaluar simplemente con un laboratorio de PCR que verifica el grado de inflamación sistémica.
¿Cuál es la solución? Buscar alimentos de índice glucémico bajo. El Índice Glucémico es una clasificación de los alimentos basada en la respuesta de la glucosa sanguínea luego de comer, comparada con un alimento de referencia. Un alimento con un índice glucémico bajo le va a dar tiempo al organismo para producir una sustancia llamada insulina, que contrarresta el efecto de esta glucosa, incluso en pacientes con patología de nivel secretorio de insulina.
Consumir alimentos de bajo índice glucémico tiene muchos beneficios: mejoría en el control de la diabetes con mayor estabilidad de la glucemia a largo plazo; mejoría en niveles de HDL (colesterol bueno) y triglicéridos; aumento de la saciedad postprandial; mejor performance atlética y disminución de los procesos inflamatorios.
Las frutas de índice glucémico más bajo son la cereza, la ciruela, el durazno fresco, la pera, la manzana y la naranja; con respecto a los cereales, los de índice bajo son el trigo, el arroz, el maíz dulce, cebada y centeno, preferentemente integrales; en el caso de panificados y pastas, los de menor índice glucémico son macaroni, espagueti y fetuccini.
Desde la terapia biológica ortomolecular y la fitoterapia, podemos trabajar sobre el estado inflamatorio a través de diferentes componentes. Uno de ellos es la goma guar, que provoca salud en la célula destino, funciona como anticancerígeno, aumenta el tránsito intestinal, disminuye el colesterol, controla la glucemia y produce un efecto saciante por retardo del vaciamiento gástrico.
Hay alimentos que podemos decir que tienen un índice o factor inflamatorio; esta medición se sustenta en un sistema de score que determina valores negativos o positivos de acuerdo con su potencial para generar inflamación. Mientras más positivo es el valor, menos inflamatorio es el alimento.
Alimentos antiinflamatorios según este score pueden ser: un cuarto de taza de almendras, brócoli hervido, una zanahoria cruda grande, aceite de oliva (1 cucharada), un cuarto de taza de maní, y una taza de frutillas.
Alimentos de índice inflamatorio alto: pan, huevo entero, pechuga de pollo asada sin piel.
¿Qué podemos hacer? Podemos contrarrestar la inflamación incrementando el consumo de alimentos antiinflamatorios como los que contienen Omega 3, jengibre, curcumina, gingo biloba, bromelina y ortiga. También, incorporar condroprotectores, como el té verde, que es especialmente eficaz contra la artritis reumatoidea.
Un estudio muestra que el té verde inhibe la producción de las moléculas responsables de la inflamación de los tejidos y articulaciones, logrando reducir considerablemente las zonas inflamadas.
Un producto muy usado a nivel clínico y traumatológico es la glucosamina, que existe como glucosamina sulfato potásico y glucosamina sulfato sódico. El sulfato de glucosamina es una molécula de bajo peso, es decir, de absorción rápida y bastante completa, aunque sólo llega al tejido articular un 70% y el resto se elimina por orina y heces. Alcanza el cartílago en un lapso de 4 horas. Pero, para que la glucosamina actúe como tal, tiene que haber, además, índices de zinc, selenio, cromo y magnesio, acordes en nuestro sistema. Como todo proceso inflamatorio es un proceso de consumo, la mayoría de las veces tenemos un índice muy bajo de zinc que no resulta suficiente para que esta glucosamina tenga el efecto que tiene que tener. Por lo tanto, hay dos cosas muy importantes a tener en cuenta: que el sulfato de glucosamina a base de sodio en pacientes hipertensos o con alguna alteración del sodio no puede ser consumido; y, por otro lado, que debemos saber qué nivel de zinc, cromo, magnesio y selenio tenemos en nuestro organismo para asegurarnos de que la glucosamina actúe como tal y logre la esperada formación del colágeno.
Una molécula importante que también es necesaria para la formación del colágeno es la Vitamina C.
Sin ella, la glucosamina tampoco actúa. Hay más déficit de Vitamina C del que creemos.
El condroitín sulfato, tan bien conocido por clínicos y traumatólogos, mantiene la viscosidad de las articulaciones, estimula la reparación del cartílago e inhibe a las proteínas enzimáticas para que no degraden ese cartílago. Pero hay que aclarar que tiene muy baja absorción por vía oral.
Otro oligoelemento que no se tiene en cuenta en la patología articular es el azufre, que también está normalmente en déficit, y tiene importantes funciones a nivel articular. Lo podemos encontrar en el brócoli y en el repollo. La deficiencia crónica de azufre es determinante para el colágeno de las articulaciones; puede provocar fuertes molestias tras el movimiento articular. Es por eso que sólo con la glucosamina o el condroitín, como ya dijimos, no se llega a tener la eficacia requerida en el tratamiento.
La suplementación y la nutrición deben hacerse a conciencia y con pleno conocimiento
del estado orgánico general del paciente.
Muchos son los cambios de hábitos, en especial en lo que se refiere a la alimentación, que podemos implementar frente a enfermedades inflamatorias y óseo-articulares, en particular, y para mejorar nuestra calidad de vida, en general. Pero requiere compromiso, perseverancia y paciencia. Hay que tener en cuenta que todo tratamiento requiere alrededor de 6 meses, como mínimo, para que se empiecen a ver los resultados. Hay muchas moléculas sobre las que podemos y necesitamos trabajar desde la medicina ortomolecular para tratar este tipo de patologías. Si bien hablamos de enfermedades muy complejas e invalidantes, los tratamientos con estas terapias biológicas tienen muy buenos resultados. Siempre hay algo por hacer, pero debemos actuar desde el conocimiento.
Dra. Mariana Elizabeth Saez
Matrícula 64460
Medicina Estética Integral
Medicina Ortomolecular
Terapias biológicas naturistas
Implante Capilar
PINTO 544
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