Una enfermera en época de Pandemia: la historia de Evangelina Chavero
Ella era una niña cuando lo veía levantarse temprano y salir de la casa con el ambo. Marcelo era enfermero, y todas las mañanas se levantaba para ir a trabajar. Eso a ella le fascinaba, ver a su padre en ambulancia, prestar servicio en un centro de emergencia médica. Enseguida entendió lo que quería ser. Muchos años después, Evangelina, en una residencia de adultos mayores, concretó su sueño: ser enfermera y trabajar con su padre.
Evangelina Chavero, con su futuro confirmado, eligió una secundaria que tuviera una orientación biológica, para adquirir conocimientos previos. En el año 2010, junto a nueve compañeras, comenzó a cursar la carrera de Enfermería en la UNNOBA. “Fue un período de formación muy personal, se dio una relación íntima y cercana con los profesores”, agrega.
Tres años después obtuvo el título de Enfermería Universitaria, pero continuó estudiando para acceder a la licenciatura. Con dificultades en la bibliografía y escasez de datos, presentó la tesis: “La adaptación del adulto mayor en la institución geriátrica”. Paralelamente dio sus primeros pasos en el ámbito laboral, asistente de salud en una institución privada, Evangelina comenzó en la profesión junto a su padre. “Estaba trabajando como en mi casa”, aporta.
Pero su papá quería que ella creciera laboralmente. A los 23 años ingresó en el Hospital Interzonal de Agudos San José de la ciudad de Pergamino. Pasó por la sala de unidad coronaria, terapia intensiva, y actualmente tiene a cargo la coordinación de servicio de la guardia de emergencias. “Cuando entré al hospital era muy joven, me costó, pero con el tiempo me volví más fuerte. Reconforta e impulsa el reconocimiento de los pacientes, el agradecimiento por todo lo que hacés por ellos”.
La primera noticia que Evangelina escuchó sobre COVID-19 fue en el sur de Brasil. Era el mes de febrero y aún no se hablaba de la posibilidad de que el virus llegue a nuestro país. Pero el lunes 30 de marzo, por un cuadro de neumonía bilateral, ingresó al hospital un caso sospechoso. Una semana después la Secretaría de Salud del Municipio de Pergamino en un parte lo comunicó: se confirmaba el primer caso de COVID-19 en la ciudad.
Con el incremento de los casos se puso en alerta al personal de salud. Evangelina continuaba en el hospital al frente de la guardia de adultos. Los pacientes que presentan un cuadro sospechoso ingresan por la guardia respiratoria, de ahí son derivados a la “Sala COVID”, que está especialmente preparada para este tipo de casos. “En este contexto en la guardia recibimos a los llamados ‘pacientes grises’, que pueden presentar síntomas relacionados al coronavirus. Por eso trabajamos con todos los protocolos y medidas necesarias para evitar el contacto directo”, explica.
La licenciada en Enfermería destaca que no todos los enfermeros saben o pueden estar en una terapia, “en una unidad cerrada donde se prestan cuidados a pacientes críticos, que corren riesgo de vida”. “Se requiere de una capacitación, y no todos la tienen, es algo que habilita la licenciatura o lo avala la práctica de años”, considera.
Actualmente en la “Sala COVID” del Hospital San José de Pergamino los enfermeros realizan una rotación horaria. “Los turnos son de cinco días laborables y cinco de descanso. Si un personal de enfermería se infecta, se aísla a un grupo, pero el otro sigue trabajando, y la guardia no queda sin servicio”, específica.
CON COVID
Pero más allá de los cuidados y los protocolos, un sábado de septiembre Evangelina comenzó a sentirse algo cansada, percibió dolores en el cuerpo y las articulaciones: “Era un tipo de dolor que nunca había tenido, no era una fatiga muscular común”. Al otro día una tos seca, rara, comenzó a manifestarse y dio aviso a Epidemiología del hospital. Inmediatamente pasaron a hisoparla.
El 13 de septiembre la docente de la UNNOBA dio positivo para COVID-19. “Durante diez días presenté casi todos los síntomas, excepto dificultades respiratorias. Tuve fiebre elevada, tos, congestión y dolor muscular”, detalla. Dentro del grupo de servicio de la guardia, Evangelina fue la primera trabajadora de salud en dar positivo. Días después, otra compañera del área comenzó a manifestar los mismos síntomas.
El 2019 había comenzado para Evangelina Chavero con una propuesta que jamás esperaba, y no estaba en sus planes: la docencia. La directora del Instituto Académico de Desarrollo Humano de la UNNOBA (IADH) María Mónica Lázaro le propuso una ayudantía de cátedra y comenzó en las materias Enfermería Comunitaria y Enfermería Básica. “Fue menos de un año de modo presencial, porque el contexto de pandemia hizo que las clases se realizaran con la modalidad virtual, y tuve que aprender a manejar plataformas, cuestionarios, y todo un nuevo proceso de trabajo y adaptación”, comenta.
Si bien en la actualidad los estudiantes de Enfermería realizan las prácticas en el Laboratorio de Experiencias Cínicas Simuladas, con mecanismos de simulación a lo que un paciente real, en el marco de la virtualidad Evangelina Chavero lamenta que sus estudiantes no hayan tenido este año prácticas profesionales, “algo que te ayuda realmente a decidir si querés o no ser enfermera, esa confirmación que sólo te da el contacto directo con el paciente”.
Chavero hoy tiene 28 años, está cursando la Especialización en cuidados críticos, y destaca la importancia fundamental y la posibilidad que le brinda la UNNOBA: “Yo pude estudiar viviendo con mi familia, en mi casa, sin tener que irme a vivir a otro lado”, agrega. Actualmente se encuentra cursando una Especialización en cuidados críticos que brinda la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI). Al momento de pensar su futuro destaca el hecho de seguir creciendo como profesional dentro de la Enfermería. “Cuando finalice la formación en cuidados críticos voy a cursar la Especialización en Docencia Universitaria, porque el rol de la enfermera, además de la atención, es mantenerse en un proceso de capacitación constante”.
Fuente: El Universitario.